Si por la boca muere el pez, muchos insectos mueren por las antenas, ya que estas son como su nariz y los guían hasta las trampas con feromonas producidas en la empresa Chemtica.
En realidad, las feromonas son sustancias generadas por los mismos insectos y les permiten comunicarse con los de su especie para alimentarse, aparearse o protegerse.
La diferencia es que Chemtica las fabrica artificialmente con el fin de atraer con ellas a los insectos que resultan dañinos para las plantaciones. Esto no solo beneficia la agricultura nacional; sino, también, al ambiente, pues permite disminuir el uso de plaguicidas químicos.
La compañía, conformada por solo doce personas, empezó a laborar hace ocho años. Actualmente es líder en Latinoamérica y sus productos han dado resultados exitosos en cultivos de banano, coco, palma aceitera, pejibaye, melón y caña de azúcar.
Control selectivo
Cada especie de planta puede verse afectada por una especie distinta de insecto, por lo que Chemtica debe fabricar una feromona específica para combatir a cada una de ellas.
Según Romano Andrade, químico de la empresa, el primer paso es atrapar a uno de los "bichitos" que está causando problemas e investigar la estructura química de la feromona que lo atrae.
Luego, esa sustancia se reproduce en un laboratorio para después colocarla en las trampas. Estas pueden ser tan simples como un balde con agua y jabón, pero la más utilizada tiene forma de embudo: el insecto llega atraído por la sustancia y cae en un recipiente del que no logra salir.
"Nosotros compramos los componentes y aquí se mezclan para hacerlos reaccionar y producir las feromonas. Es como si nos dieran el harina, el azúcar y los huevos, y con eso hacemos el queque", explica Andrade, quien acaba de ser nombrado Químico del Año por su trabajo en este campo.
Antes de ser aplicado, el producto es probado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Para Dennise Alpízar, entomólogo de esa institución, la mayor ventaja de las feromonas es que no dañan la fauna benéfica ni el equilibrio ambiental, pues atacan directamente al insecto dañino.
También hay una notable reducción de costos, pues el precio de las feromonas es de $80 dólares anuales por hectárea (cerca de ¢22.500), mientras que fumigar con un plaguicida cuesta cerca de $200 (unos ¢56.000).
Química nacional
La idea de trabajar con feromonas rondaba en el país desde hace más de 20 años.
Según Carlos Rodríguez, entomólogo que laboró por mucho tiempo en el MAG, allí se realizaron diversos experimentos en la década de los años 80 con cultivos de papa y repollo.
El resultado fue exitoso, pero las feromonas había que importarlas desde Holanda.
En 1991, la química Lilliana González investigó en Canadá las posibilidades de producir esas sustancias para uso comercial. Al regresar fundó Chemtica Internacional junto con otras personas y hoy exportan sus 24 productos a Perú, Estados Unidos, México, Egipto y otros 12 países.
"Fuimos seleccionados como país sede de investigación y producción debido a los bajos costos de mano de obra, una fuerza laboral altamente calificada y las políticas de impuestos favorables para el productor", afirma González.
Costa Rica fue el primer país en todo el mundo que utilizó las feromonas en banano. Actualmente, 10.000 hectáreas sembradas de esa fruta en la zona del Caribe están protegidas con feromonas.
Según González, la compañía mantiene contacto con universidades y centros de investigación en el extranjero, lo cual le permite mantenerse actualizada y buscar un constante mejoramiento de su producto para beneficio de la agricultura costarricense.
Perfume traicionero
Las feromonas son esas sustancias químicas que emana un organismo para inducir una respuesta en otro individuo de su misma especie.
Cada insecto produce estos "aromas" en ciertas glándulas ubicadas en su abdomen y, a la vez, los percibe a través de las antenas.
Con ayuda de unidades receptoras de información, mediante mecanismos eléctricos, el estímulo se transforma en acciones determinadas: buscar pareja, alimentarse, huir de algún peligro, etc.
De esta forma, atraídos por lo que pareciera ser el "perfume" de su pareja, es fácil que los insectos caigan en las trampas con feromonas artificiales.