Desde el 17 de julio pasado, la Cueva de Altamira, ese maravilloso lugar patrimonio de la Humanidad en cuyo techo algún hombre primitivo pintó hace miles de años bisontes, caballos y ciervos, tiene su doble, su gota gemela, su reflejo perfecto, su igual a igual.
No podía ser de otra forma; la cueva de Altamira, una excavación natural abierta a 11 kilómetros de Santillana del Mar, en la provincia española de Santander, es una estructura frágil que evoluciona hacia su destrucción. Por ello, el Museo de Altamira creó
una reproducción perfecta, en escala, forma y contenido, de aquello que los científicos han bautizado como la Sala de Polícromos o de los Bisontes, espacio donde enormes bisontes, varios caballos salvajes, un jabalí y una cierva fueron plasmados enérgicos y vivaces hace unos 15.000 años, según calculan los expertos.
Tallados mediante buriles de piedra, amoldando las formas y los tamaños a los abultamientos de la roca para dar la forma de relieve que el cuerpo de aquellos animales tenían, con contornos rellenados en rojo, ocre y negro con una especie de pintura al óleo, compuesta por materiales colorantes disueltos con grasas animales, así fue como un hombre de Altamira, por varias generaciones, creó este gran lienzo calificado como uno de los primeros hitos de la historia del arte de la humanidad.
Tan bella y rica en arte es la Cueva de Altamira que el historiador francés Salomón Reinach la llamó La Capilla Sixtina del Arte Cuaternario.
Y tan maravilloso es su contenido que llegaban hasta 1.500 personas al día para verla. Pero la contaminación con bacterias, y la humedad producida por el aliento de los visitantes modificaron el microclima de la caverna, lo cual afectó las obras, y en 1977 se prohibió el ingreso a la cueva. Con el tiempo se volvió a dar acceso, pero sumamente restringido: nueve mil personas por año y una lista de espera de tres años.
Tal ha sido el impacto de Altamira que se le han hecho varias réplicas. Una en la Universidad de Munich (Alemanía), otra en Japón y otra en el Museo Arqueológico de Madrid; pero la recién inaugurada del Museo de Altamira es la más impresionante, porque es un calco perfecto.
A esta copia al carbón le han llamado la neocueva. Ella, y el Museo de Altamira, están ubicados a 300 metros de la cueva original, que mide unos 330 metros de longitud y contiene unas 150 obras, entre pinturas y grabados, creados por el hombre del paleolítico.
La reproducción tiene una superficie de 900 metros cuadrados.
El proyecto de investigación, conservación y difusión de la cueva de Altamira comenzó a trabajarse hace 10 años por un consorcio formado por el Ministerio de Educación y Cultura, el Gobierno de Cantabria, el Ayuntamiento de Santillana del Mar y la Fundación Marcelino Botín.
Así la crearon
Fueron los artistas españoles Pedro Saura y Matilde Múrquiz quienes reprodujeron las pinturas y grabados, tatuaje de la cueva de Altamira.
Ellos trabajaron con los mismo materiales que usó el hombre de Altamira: carbón vegetal, óxidos de hierro y agua.
Reprodujeron incluso los goteos de agua que la humedad ha causado en el techo de la cueva.
"Fabricamos un molde del techo, del que luego se extrajo un contramolde y, posteriormente, la piedra definitiva", aseguraron los artistas en un documento publicado por el diario español El Mundo.
Para reproducir fielmente los relieves del techo polícromo, se realizó una planimetría láser que registró 40.000 puntos por metro cuadrado en soporte digital. Con estos datos una empresa elaboró un programa informático y fabricó un plano para trasladar tal relieve a bloques de espuma de poliuretano. Y hasta las grietas, estrias naturales de la caverna, fueron copiadas.
"Todas ellas se tallaron manualmente con ayuda de una proyección de diapositivas y la observación del material fotográfico, hasta obtener la geografía completa del techo".
Para pintar, usaron ampliaciones fotográficas. "Nuestro objetivo era transmitir la vida que se percibe en esta obra de arte, el peso de los bisontes, su movimiento, su mirada, la vitalidad y la alegría de los caballos rojos, la dulzura de la gran cierva, la ternura del gran bóvido...".
Altamira, el Museo
El nuevo Museo de Altamira cuenta con espacios dedicados a exposiciones permanentes y temporales.
También tiene salas para actividades, talleres y realización de cursos.
La colección del Museo de Altamira está integrada por la propia Cueva de Altamira, la Cueva de las Estalactitas, los restos arqueológicos procedentes de ambas, así como los materiales paleolíticos y mesolíticos de los principales yacimientos cántabros.
La exposición permanente se llama Los tiempos de Altamira, que enseis ejes temáticos muestra al paleolítico como una experiencia virtual: Altamira, el descubrimiento del arte; Antes de Altamira; La vida en tiempos de Altamira; El primer arte; El fin de una época y Más prehistoria.
Cositas hablan
A través de estos sectores el Museo muestra, con documentos originales, objetos, audiovisuales o escenografías, la vida del paleolítico.
Muestra, por ejemplo, dibujos de varios homínidos que precedieron al Homo sapiens sapiens , auténtico protagonista de Altamira.
Reconstruye las actividades de caza, pesca, marisqueo o recolección de vegetales que llevaba a cabo al aire libre el hombre de Altamira. Recrea las escenas de vida cotidiana relacionadas con el hogar, el procesado de alimentos o el adorno y el vestido.
Muestra piezas de arte mueble, copias a tamaño natural de fragmentos de cuevas con pinturas y grabados.
Y hasta demuestra el impacto de la prehistoria y de Altamira en el mundo del cine, del cómic y hasta de la literatura.
No por nada, el de Altamira es considerado el más importante museo del paleolítico superior.
La original cueva de Altamira seguirá manteniendo un cupo de 8.500 visitantes al año, como lo hace desde 1982. Claro que con previa petición y espera de tres años.
En cambio, la neocueva, es decir, la copia, podrá recibir entre 180 mil y 500 mil personas.
Todo con tal de proteger a la amenazada joya histórica.
Desde lejos
A través de esta dirección electrónica usted puede conocer más sobre el Museo de Altamira y la cueva: la original y la reproducción.