Un bronce original del artista colombiano Fernando Botero, cuyo valor rondaría los $200.000, de repente se consigue en nuestro país en $50.000. Algunos empiezan a sospechar mientras otros los compran. Pero quienes conocen saben que tras esa “oferta” hay gato encerrado.
Según explicó el galerista Klaus Steinmetz, al menos tres casos de este tipo han llegado hasta ahora a su conocimiento, en los cuales se ha determinado que no son obras originales.
Steinmetz, quien posee buenas relaciones con la Galleria Santa Giustina, representante de Fernando Botero en Lucca, Italia, manifiesta que desde allá han dado a conocer su preocupación por las recientes solicitudes de certificación de esculturas falsas llegadas desde Costa Rica.
Gato por liebre
El galerista asegura que las obras de las que ha tenido noticia han sido bronces, cuyo tamaño alcanza unos 35 ó 40 centímetros.
A su juicio, estas obras provienen de Colombia, pues aquí la calidad de esas imitaciones no se podría lograr.
Eso hace sospechar que se trata se artesanos muy habilidosos y, además, que podría tratarse de una cadena de falsificadores organizados.
Toda obra original es acompañada por un certificado sellado que da fe de su autenticidad, pero, según explica el galerista, si alguien puede falsificar toda una obra de arte, con mayor facilidad puede alterar un certificado, sellos y firmas, por lo que esta no constituye una prueba suficiente de autenticidad.
Alertado por Steinmetz, el maestro Botero autorizó al galerista a contratar un bufete que recolecte los indicios pertinentes a fin de presentar una demanda a la policía internacional.
Mejor prevenir
La recomendación de Steinmetz para el público es que si no se posee conocimientos para saber si una pieza es original, se consulte con especialistas antes de realizar estas grandes inversiones.
Steinmetz advierte a los interesados investigar la proveniencia de las obras, pues los grandes maestros ponen sus creaciones en manos de algunos pocos y reconocidos galeristas.
De las obras también se deben analizar las cualidades, pues en el mundo de la falsificación artística una obra puede ser copiada de una original o solo copiar el estilo del artista.
La ventaja en el caso de Botero es que, al estar vivo el artista, se le puede consultar sobre la originalidad de sus piezas.
Así que, si alguna “oportunidad” de este tipo llama a su puerta, es mejor que consulte con un especialista para que le ayude a verificar la autenticidad de cualquier obra.