A VICENTE FERNÁNDEZ le encanta que Alejandro, el menor de sus hijos, le hable en ese tono; de hecho, fue gracias a la insolencia de la música que el jefe del clan Fernández encontró en él a un sucesor y a un compañero de escenario. Amor de los dos fue lo primero que Alejandro cantó a dúo con su padre, cuando todavía era un adolescente. Más tarde, este le hizo un campito en uno de sus discos, donde el joven ranchero hizo lo propio con El andariego, y así lanzó su propia carrera.
Una década después, la historia se repite, pero no exactamente igual. Hoy por hoy, Vicente Fernández ondea una carrera artística de más de 30 años, con millones de discos vendidos y decenas de premios, mientras que Alejandro -quien se dedicó por completo a la música ranchera- superó sus tres décadas sin conocer un solo fracaso -por lo menos no en el plano musical-.
Lazos invencibles es el último motivo de alegría familiar, pues padre e hijo vuelven a enlazarse en un mismo escenario. Esta noche lo harán en Costa Rica, tal y como han venido haciendo por toda América Latina, desde que arrancara su gira regional, en México, en abril de este año. La ocasión no podía ser mejor, pues el concierto coincidió con la celebración local del Día de la Madre.
Por primera vez, nuestro país verá a los Fernández trabajar codo a codo, en una cita que algunos medios han calificado de histórica: la oportunidad de ver juntos a dos de los exponentes contemporáneos más populares de la música ranchera que, además de ser padre e hijo, representan dos puntos de vista generacionales. Vicente saltó a la fama en el año 70 y su hijo lo hizo apenas en la década de los 90.
En realidad, el acercamiento entre Vicente y Alejandro comenzó el año pasado, cuando ambos realizaron una gira por la costa oeste estadounidense, que incluyó nueve conciertos en ocho ciudades de los estados de Arizona, California, Colorado y Nevada.
Desde entonces, El potro y El potrillo, como se les conoce popularmente, no han dejado de hacer presentaciones públicas conjuntas, al abrigo del proyecto que los une.
Ambos padrotes
Según las diferentes versiones, el rastro dejado tras los recientes conciertos es memorable: una vez que se suben al escenario, su promedio de actuación es de cuatro horas.
Los costarricenses podrán alistarse para un espectáculo donde los Fernández entrelazan voces, reparten besos y abruman al auditorio con hits inolvidables de la música ranchera. Vicente Fernández tiene 60 discos de donde escoger su repertorio mientras que Alejandro continúa promocionando su multi-platino, Orígenes y, por supuesto, cuenta con el respaldo de una decena de producciones.
Si por la víspera se saca el día, las funciones dentro del show estarán bien repartidas. Cuando comenzó la gira latinoamericana, el diario El Informador, de Guadalajara, reseñó los gustos particulares expuestos en escena. En esa ocasión, al papá le correspondieron las piezas rancheras de pura cepa, "las canciones pícaras, los temas para el desamor, el ambiente de parranda y el sentimiento bravío", con canciones como Bohemio de afición, Las llaves de mi alma y Qué de raro tiene.
Al charro Alejandro, en cambio, suavizado por el pop y las baladas, "le correspondió la parte romántica, las notas bajas, el reposo para los enamorados con Si tú no vuelves, Como quien pierde una estrella y Yo no sé olvidar".
El placer de cantar juntos en realidad no será de ellos, sino del público local quien, en ocasiones anteriores, ha tenido tiempo de expresar su parecer sobre ambos cantantes. En su última visita al país, Alejandro Fernández dejó llorando -literalmente- a cientos de seguidoras. El intérprete estuvo de concierto en marzo del año pasado y su presencia fue premiada con un auditorio abarrotado (el anfiteatro del Herradura) y las más espontáneas muestras de furor.
Hace dos años, la última vez que Vicente Fernández visitó Costa Rica, hubo una breve pero contundente transformación social: casi 10000 charros y vaqueros ticos salieron del closet para escucharlo en el estadio de El Pedregal. El concierto de El Rey fue un banquete sin precedentes para los amantes de la música ranchera.
Si sumamos el furor que causan ambos, lo más probable es que este nuevo lazo que los une vaya a estar bien apretadito.