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Si algo pudieron deducir quienes asistieron al concierto que Alejandro Fernández ofreció el viernes, en el estadio Ricardo Saprissa, es que, definitivamente, el viento no sopló a su favor.
Irónicamente, el evento musical no le hizo honor al nombre del nuevo álbum que el mexicano está promocionando en su gira mundial: Viento a favor.
Lo que se esperaba fuera una grandiosa velada musical, se vio opacada por los problemas técnicos y la insuficiente resistencia de la planta eléctrica que no “dio la talla” con el audio y las luces.
Fernández salió a escena a las 8:40 p. m., con el atuendo que lo caracteriza: saco y pantalón de mezclilla. A su alrededor, un imponente escenario se levantó. Este incluía 120 luces, 100 metros cuadrados de pantallas, un mariachi integrado por 11 músicos, cuatro coros y diez músicos de banda; un total de 25 personas lo acompañaban en tarima.
La primera pieza que se dejó escuchar en la “Cueva del Monstruo” fue A manos llenas ; los gritos llenaron el estadio; ni qué decir de las pancartas de las fans.
Pero al filo de las 9 p. m., mientras finalizaba la canción Que voy a hacer con mi amor , El Potrillo se quedó, literalmente , “ sin voz”.
El público no daba crédito de lo que pasaba en tarima, muchos llegaron a pensar que el silencio que reinaba en el lugar era parte del show ; pero a los cuatro minutos era una opción descartada.
Siete minutos tardó en solucionarse la primera de las fallas técnicas. Mientras tanto, el retoño de Vicente Fernández se paseaba ansioso en el escenario, al tiempo que sus seguidoras lo alentaban para que no perdiera los estribos.
Profesionalismo. Con mucho profesionalismo el mexicano salió nuevamente a escena y pidió el calor del público, quien no vaciló en apoyarlo. “No es nuestra culpa, es un error técnico”, fueron las palabras que Fernández pronunció antes de volver a reiniciar la canción Qué voy a hacer con mi amor .
No obstante, la alegría no duró mucho en el estadio, ya que a media pieza se volvió a ir el sonido.
“No importa mi amor, no importa, no es culpa suya”, eran las frases que las admiradoras pronunciaban para tranquilizar a un acongojado Fernández que continuaba pidiéndole disculpas a su público.
No faltó quien sugiriera que, mientras duraba la espera, el azteca entretuviera al público modelando por la tarima. Sin embargo, Fernández se metió a su camerino a esperar; los mariachis, por su parte, se sentaron en las sillas dispuestas en el escenario.
Cabe rescatar que los asistentes que se dieron cita en el Saprissa se comportaron a la altura de la situación, en ningún momento se alzaron en chiflidos o insultos. El público siempre apoyó al artista.
Cuando el mexicano volvió a cantar ya se vislumbraba un escenario menos iluminado y, por su puesto, las pantallas gigantes estaban apagadas. Hasta los ánimos del público se apagaron un poco.
¡Al fin Fernández terminó su segunda pieza! Acto seguido volvió a pedir disculpas manifestando que “nunca en mi carrera me había pasado esto”. Después vino otro de sus exitazos: Te voy a perder.
Para cuando sonó No se me hace fácil , la garganta del músico, y de los miles de asistentes, daba señas de estar calientes de nuevo.
Definitivamente al divo no se le hizo nada fácil cantar, pues mientras terminaba la pieza anterior (a las 9:36 p. m.), el sonido se apagó por tercera ocasión.
Entre resignado y molesto, el artista se fue para su camerino; afuera el público no lo podía creer, más que fastidiados por la deficiencia para solucionar el problema, estaban preocupados porque “Ale” no quisiera salir más al escenario.
A eso de las 10 p. m., volvió la alegría y el barullo al estadio con la pieza Canta corazón ; a partir de este momento, las canciones siguieron fluidas, aunque el sonido nunca fue perfecto durante toda la velada y muchos se quedaron con la sensación de inseguridad de que se volviera a presentar la catástrofe.
Quizás por el miedo, la molestia o la tensa espera, o cualquier otra razón, lo cierto es que la adrenalina del público no subió al máximo durante el resto del evento.
Pero lo anterior no desanimó a Alejandro Fernández, quien cantó a viva voz las canciones Eres, Qué lástima , Amenaza de lluvia , Me dediqué a perderte y Abrázame . Con estas piezas cerró la primera parte de su presentación de música pop.
La segunda parte levantó un poco los ánimos de las fans –acompañado de sus mariachis–, Fernández lució un traje de charro, color azul, y se “rajó” con la pieza Guadalajara , a la que le siguió Ay Jalisco no te rajes , Mátalas , Loco, Si nos dejan, El rey, Cascos ligeros y una de las más ovacionadas: Nube Viajera. A las 11 p. m., el artista cerró esta segunda parte del concierto con Como quien pierde una estrella.
Recta final. Una vez más El Potrillo volvió a escena; en esta ocasión con otro look: vestía un pantalón y una camisa negra para cantar El lado oscuro del amor , Tengo ganas, Sin tantita pena , Ya lo sé que tú te vas , La diferencia, Te sigo amando , entre otros éxitos.
Una de las piezas más esperadas por el público fue Amor gitano, que el artista grabó con Beyoncé; durante el espectáculo en el Saprissa la cantó con una de sus coristas.
El artista no se quería ir del escenario, pues en varias ocasiones se iba y se devolvía a cantar otra pieza. Aunque fuera por cortesía, Fernández exclamó ante el público que, a pesar de todo, el del viernes fue uno de sus mejores conciertos.
Cerca de las 12:30 p. m. El Potrillo terminó su interrumpida velada musical, llevándose miles de aplausos a su paso.