¡Ah, los dobles discursos!

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Primero el de ellas.  “Yo soy muy selectiva.  Me fascinan los hombres sensibles y cultos, que no le temen a sus propios sentimientos.  Solo me conquistan con tres cosas: ternura, ternura y ternura.  Lo que son los machos así, musculosos y medio rudos, no tienen nada que hacer conmigo.”  En tales casos debe leerse: “Fijate que ahora estoy saliendo con un mae bastante famoso: Güilbur Otárola, el centro delantero del Chirraca Futbol Club.  Nos llevamos súper bien: a él le gusta el reggaeton y el reif, y solo te usa Addidas, Polo y Nike.  Se pone pulseras de oro y tatuajes banda.  Cuando lo conocí, usaba el corte de pelo de Pedro el Escamoso.  Así se ve divino, pero ahora quiere pelarse como el Pato López.  Lo que soy yo, lo adoro de cualquier manera.  Mi anterior novio era fisiculturista.  Duramos tres meses.  ¡Vieras qué manera!  Tenía aquel cuerpazo lleno de tatuajes: carajadas tribales, jeroglíficos, símbolos raros… cuando enseñaba los bíceps y los pectorales parecía un mosaico humano.  Siempre con t-shirts Tommy Hilfiger, pantalones Billabong, zapatos Reebok, anteojos verdes Police, y esa colonia riquísima que sale en “Di laivs of di rich an feimus”: “Animal”.  Todos los días pasaba por mí en un Range Rover Sport, y bueno, de aquello ni te digo.”  Lo cual se reduce a lo siguiente: “Yo querer caverna, hombre cazar tigre dientes de sable, hombre hacer fuego, hombre traer pieles de mamut, hombre dar muchos hijos tribu”.








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