LA OTRA REALIDAD es el espacio a donde escrupulosamente se dirige la mirada del filme Vanilla Sky, dirigido por Cameron Crowe, prolijo y atento refrito (remake) de Abre los ojosuna, afamada película de 1997 del director chileno-español Alejandro Amenábar.
La historia es la misma en ambas cintas, con la semejanza de dos lágrimas aunque sean de distintos ojos: es la historia del chavalito de plata, nacido en cuna de oro y con una vida privilegiada ("Ciudadano Pene", así lo apodan), quien sufre un accidente que le cambia su destino, como un caprichoso castigo.
Cuando ese joven -llamado David, de 33 años- decide recuperar lo que ha perdido por culpa del accidente (donde ha quedado desfigurado), se ve inmerso en una extraña realidad que tiene que ver con la criogenia y con la conservación del cuerpo (para recuperarlo, años después, en nuevas condiciones de vida).
Así, David se ve metido en una especie de sueño lúcido capaz de volverse pesadilla, algo que llaman "criodiversión" (fantasía criogénica), que da lugar al argumento de la película, donde aparecen también las personas que se mueven cerca de los sentimientos de David: dos mujeres opuestas: Julie, joven posesiva que lo arrastra a la tragedia, y Sofía, chica con la soltura del encanto femenino, el amor de David.
Decía el pintor Pablo Picasso: "Bienaventurados los que me imitan pues de ellos serán mis errores", y esto es lo que sucede con Vanilla Sky. ¿Por qué? Simple: la película repite la falta de contenido de Abre los ojos y reitera sus insistentes giros narrativos: efectismo para cautivar la atención del espectador, falsas sorpresas que son aclaradas con un desenlace que -a partir de una realidad virtual- explica sin pasión y monológicamente una historia diluida en ramificaciones.
Lo nuevo es que hay un mejor trabajo de montaje y logros visuales según la naturaleza del filme: algún afán de suspenso, ardor romántico con ciencia-ficción y pinceladas pictóricas con cielos de vainilla (de aquí el título que ahora asume en inglés). Sin embargo, al director Cameron Crowe le falta la malicia de Alejandro Amenábar para narrar: Crowe es mejor artesano, pero menos vital, amén de que atropella su propuesta con exceso de música (sin coherencia dramática), como quien piensa más en un disco compacto que en una película.
Vanilla Sky cuenta con un trío de actores bien sugerente: Tom Cruise como el joven David, Cameron Díaz como Julie, y Penélope Cruz como Sofía. Con ellos, el público asiste a una película que señala -sin moralejas- cómo los sueños se burlan de los hombres.