REBELIÓN EN LA GRANJA: parece un título de novela, pero es lo que sucede con las gallinas de la señora Tweedy, cansadas de poner y poner huevos, de ver el mundo en formas ovaladas y de estar ahí anidadas. Ellas se quieren escapar con sus sueños de libertad y con sus utopías de un mundo igualmente gallináceo, pero mejor.
De esa manera se estructura, con fluidez, el relato de una de las películas más esperadas para este período en el que el cine se mezcla con el verano y las vacaciones escolares. Se trata de Pollitos en fuga, cinta que ha merecido los mejores comentarios del público en los preestrenos que ha tenido, amén de las buenas razones de los críticos.
La rebelión de los pollos y de las gallinas es jefeada por una de ellas, Ginger, con su cresta pequeña, con su cola sin cobijas prolongadas y con sus tarsos sin espolones, pero -eso sí- con una gran voluntad de liderazgo para escaparse de los cobertizos con todas las aves de corral: en Ginger se anida la vocación de heroína.
La fuga viene en buen momento porque la señora Tweedy quiere modernizar su empresa con la producción de pasteles de pollo, gracias a una máquina complicada que los hace en serie. Sin embargo, nuestras amigas las gallinitas pronto se darán cuenta de que no es tan fácil escaparse de la granja, todo un campo de concentración.
Es cuando aparece nada menos que Rocky, gallo apuesto y muy yanqui, quien abre esperanzas en las ansias que se transmiten por todo el gallinero. Rocky es "el singallinero solitario" (como se describe a sí mismo). Con él, la aventura renace en la granja, y también aparece el amor (que va y viene) entre Ginger y Rocky.
Con esa historia, de aspectos emocionantes que aquí no vamos a contar, la aventura se convierte en una buena película que habla muy bien del cine de animación, pues de esto se trata. Así es: Pollitos en fuga viene a dar un imponente estilo visual al cine animado, distinto del de los dibujos animados o del de imágenes por computadora.
Ahora se trata de la animación fotograma por fotograma, imagen por imagen, una a una, con muñecos de plasticina, todo ello con el enorme talento que lucen los directores del filme: Nick Park y Peter Lord (especialistas en esta técnica), quienes dirigieron a 32 animadores y a casi 400 empleados para hacer la película en un tiempo récord de 15 meses (¡se necesitaban 10 días para animar apenas 17 segundos de película!).
Se gastaron 800 kilos de plasticina para obtener un divertido y eficaz diseño de personajes (figuritas con expresiones humanas), para un relato muy bien estructurado en su narración, con un fino sentido del humor y de la aventura, película con momentos inolvidables y con una acertada construcción dramática de esos momentos.
Pollitos en fuga es un filme de buenos sentimientos, película galliforme de las buenas.
Cómo, dónde, cuándo
Pollitos en fuga se exhibe en Magaly, Plaza Mayor, Internacional, San Pedro, Cariari, Colón, Variedades, Colonial, Cinemark.
Entrada: ¢1.100; precio especial para pensionados.
Horario: Funciones regulares.
Inicio: Mañana, viernes.