Militante de la palabra y de la vida, Virginia Grütter es una mujer que se ha jugado todo en el tablero de la intensidad. Por partes iguales, el dolor y la alegría son los dados que han cargado sus victorias y derrotas, en un recorrido que no comenzó en la Academia de la Lengua sino frente al inmenso océano Pacífico, en el puerto de Puntarenas, donde nació.
Escritora, dramaturga y luchadora incansable por las utopías del siglo XX, la autora acaba de publicar su Canto a mi tiempo, con la Editorial Mujeres. En una travesía de recuerdos de su primera infancia y juventud, Virginia Grütter lleva al lector por los escenarios verídicos de esa pasión de vivir que ella inició desde temprano.
Atípica en el medio, la escritora nos ofrece su ventana para observar la historia y, sin grandes desplantes, nos revela la fuerza de la sencillez y la perseverancia del amor cuando trafica con los recuerdos.
Candidata a diputada por el partido Fuerza Democrática, Grütter no cesa en las actividades que mantienen activos sus ideales políticos, y actualmente esa es su ocupación primordial.
Sonriente, directa y vigilante, la escritora conversó con Viva desde su casa, en Sabanilla. A la charla no faltaron los ingredientes de su poderosa presencia: palabras redondas y pulidas, como las piedras eternas bajo la corriente de los ríos.
-¿En qué contexto escribió sus memorias?
-En el de las montañas de papeles de mi escritorio (ríe). La primera versión la escribí hará unos cinco años. Sobre esa versión he hecho variantes, unas cuatro o cinco, hasta la definitiva, que salió el mes pasado.
-¿Qué la llevó a lanzar los recuerdos al papel?
-En parte porque mis hijos y amigos insistían en que lo hiciera, y en parte porque yo misma considero que es preciso tomar en cuenta la casualidad de que mi vida pasara por la Segunda Guerra Mundial, en calidad de "cochina perra nativa", como le decían los yanquis a los ticos en la famosa United. Esto, en una Alemania en guerra que exigía, según el nacionalismo, la pureza y preeminencia de la raza germánica.
-¿Fue difícil recordar el pasado y reconstruirlo?
-Al escribir, no soy de proceso cotidiano: soy de gaveta. Es decir, escribo y engaveto, escribo y engaveto... Todo lo que aparece en el libro lo tenía claro en la memoria: fue cuestión de ordenar.
-¿Por qué un autor llega a considerar que sus recuerdos personales son literariamente interesantes para el público?
-Los recuerdos de mi primera infancia en Puntarenas no los puse porque sopesé su mayor o menor interés, sino porque los amo. Pienso que una cosa que es amada tal vez no sea rechazada por los demás. Con el resto, sí traté de seleccionar cosas que consideré dignas de conocerse, por una u otra razón: como experiencia para ser seguida o rechazada, como estímulo o porque me parecían bellas.
-¿Piensa convertir este trabajo en una serie de memorias?
-Sí, pienso hacerlo... Pensar no cuesta nada. Al ver publicada la novela y conocer la acogida que ha tenido, se me ha quitado el miedillo a hablar sobre mí.
-¿Proyectos?
-Actualmente dedico todo mi tiempo al Partido Fuerza Democrática y a su color naranja (se toca orgullosa la chaqueta). Para el transcurso de este nuevo año, tengo varios planes: quiero publicar un libro de poemas que escribí en el 97, terminar una selección de poesía y prosa que me pidió Fernando Contreras, y también tengo el propósito de sacar un libro con una selección de artículos periodísticos.