La ginecología ha descubierto que el polen que transportan las abejas sirve para paliar molestias del climaterio y los trastornos de la regla en la mujer.
Johannes Huber, de la I Clínica Ginecológica de la Universidad de Viena, ha comprobado que el tratamiento con ese tipo de polen completa la terapia hormonal en sus pacientes menopáusicas, permite reducir las dosis de hormonas y mitigar sus efectos secundarios.
Huber coincide con el médico italiano Francesco Corletto, quien afirma que gracias al polen de las abejas se elimina en el 95 por ciento de las pacientes los trastornos circulatorios, los sofocos y el imsomnio.
Según las investigaciones de Corletto, la ingestión regular de polen en combinación con la jalea real, antes y después de la menopausia, baja el nivel del colesterol en la sangre y mejora la estructura de los huesos.
El primer científico que descubrió la eficacia del polen en la medicina clásica fue el estadounidense Jeffrey Bland, jefe del Instituto de Investigación Linus Pauling del Estado de Washington
Bland constató que el polen contiene altas concentraciones de vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas y hormonas vegetales.