Gil Vega guardaba dos misterios: uno, no se llamó realmente Gil Vega, sino Gilberto Vega Cascante; otro, hizo bailar a miles y miles, pero él, paradójicamente, fue mal bailador.
Nuestro compatriota nació en el cantón de Vázquez de Coronado el 12 de mayo de 1914 y desde niño mostró claras inclinaciones por la música, particularmente por la guitarra.
Antes de cumplir los veinte años ya tocaba la trompeta con la orquesta filarmónica de Coronado, dirigida en ese momento por su pariente Luis Vega. Con esta agrupación aprendió las bases del solfeo y cambió al saxofón y clarinete, los dos instrumentos que lo acompañarían por el resto de su vida
En 1943, Gil Vega se trasladó a Guayaquil (Ecuador), donde tocó con la Orquesta Siboney, cuyo director era Juvenal Dueñas. En ese país ya se habían instalado varios ticos, quienes llegaron a fundar la legendaria orquesta Costa Rica Swing Boys. De este grupo fueron los costarricenses Fabio Bustillos, Odilón Jiménez y Jorge Abril. Este último estaba casado con la gran cantante cubana Xiomara Alfaro.
En 1944, nuestro compatriota se trasladó a Panamá, donde se incorporó a la orquesta del famoso músico Avelino Muñoz. Este es el compositor de dos boleros clásicos: Maldición gitana e Irremediablemente solo . Además, Muñoz, panameño, fue el escogido por la Sonora Matancera, de Cuba, cuando, en algunas grabaciones de Bobby Capó, la Sonora utilizó el órgano.
Por la orquesta de Muñoz también pasó otro músico muy querido por los costarricenses: Armando Boza, quien después vendría en muchas ocasiones a nuestro país con su orquesta La Perfecta.
En Panamá. Gil Vega continuó con la orquesta de Avelino Muñoz hasta 1945, después de presentarse en Panamá en la Radio Miramar, en el Salón Muñoz (del barrio San Francisco) y en el Club de Equitación de Panamá Viejo.
Desde Panamá, Gil Vega se trasladó a Guatemala, donde tocó con otras orquestas y dirigió una agrupación femenina de gran renombre en ese país del norte.
En 1946, en Costa Rica, Gil Vega fundó su primera orquesta, que llevó su nombre. La integraron diez músicos y un cantante, tal como se estilaba en aquellos años. Los metales estaban compuestos por cuatro trompetas y tres saxofones; también se contaba con batería, piano y bajo.
Su cantante era Víctor Díaz, un artista que pasó por varias orquestas ticas y luego se trasladó a los Estados Unidos. Se sabe que aquella agrupación tocó en el viejo salón del Club Sport Uruguay, de Coronado, y en otros sitios de baile de aquella época.
En 1952 nos visitó un músico y empresario brasileño llamado Jonas Aragao, más conocido como Almirante Jonas . Este personaje contrató a diez músicos costarricenses y se los llevó al Perú, donde formó la Orquesta del Almirante Jonas, conjunto estelar del lujoso Hotel Bolívar, de Lima.
Ese es un hecho insólito en la historia de la música popular costarricense pues, aunque se registraron otras migraciones artísticas a Venezuela, México y Ecuador, ninguna alcanzó la dimensión de aquella salida al Perú.
Los otros músicos ticos que emprendieron esta aventura fueron Roque Solís (contrabajo), José María Solís (sax tenor), Antulio Parrales (piano), Guillermo Jiménez (sax), Juan Rafael Sanabria (trompeta), Jorge Alfaro (sax alto), Manuel Rojas (trompeta), Guillermo Arce (batería) y José Castro (trompeta).
El cantante era el ecuatoriano Fausto Gortaire, de prolongada carrera en Suramérica. Dicha orquesta estuvo activa hasta 1953.
Gil Vega regresó a Costa Rica en 1953 y formó un pequeño conjunto que tocó en el Club Unión. Con guitarra eléctrica, vibráfono, sax, bajo y batería, arrancó la segunda agrupación local de nuestro compatriota, complementada con el cantante Carlos Luis Vargas. Poco a poco se incorporaron músicos e instrumentos hasta formar la Orquesta del Maestro Gil Vega, la que se convirtió en una de las más populares del país.
Los cantantes. Por la orquesta de Gil Vega pasaron varios cantantes que hicieron época en Costa Rica. Sin duda, Carlos Luis Vargas fue uno de los boleristas más apreciados durante los años 50. Él dejó grabaciones inolvidables, como Cartaginesa y Chiquilla .
A mediados de los años 60, a la orquesta se incorporó el cantante orotinense Greddy Chaves, cuyo timbre de voz agradó al público y acarreó una importante corriente de seguidores. Chaves después siguió como solista y todavía se mantiene activo.
La orquesta de Gil Vega hizo gran cantidad de grabaciones con otros cantantes de la talla de Manuel Chamorro, José Loría, Danilo Segura, Daniel Blanco y José Molina. Son inolvidables sus danzones típicos, que hicieron bailar a toda una generación.
También se recuerda la afinidad que tenía esa orquesta con la música de las grandes bandas norteamericanas, con los pasodobles y, en general, con toda la música bailable de salón.
Al recordar a la orquesta de Gil Vega, se hace imprescindible mencionar algunos salones donde tocaban este y otros grupos de la mitad del siglo XX: el Club Sport Herediano (todavía abierto), La Libertad, el Orión, la Liga Deportiva Alajuelense, el Platense, el Montecarlo (Zapote), Los Molinos (Cartago), El Tibaseño, el Versalles, el Yugo, el Palenque, Los Higuerones, el Gran Parqueo, el Típico Latino y una gran cantidad de salones de provincia.
Merece especial mención El Jorón, en Desamparados (San José), sitio que se asocia naturalmente con la orquesta de aquel músico nacional.
Gil Vega fue un hombre introvertido, pero de gran firmeza de carácter. Muy querido por sus colegas, falleció en Moravia el 7 de julio de 1996. Estaba casado con Miryam Soto Umaña. Gil Vega dejó una profunda huella en la música popular costarricense. En discos y en la memoria, aún se hace escuchar.