El informante (The Insider), Dirección de Michael Mann. Guión: Eric Roth y Michael Mann. Fotografía: Dante Spinotti. Música: Lisa Gerrard, Pieter Bourke. Con Al Pacino, Russell Crowe, Christopher Plummer, Diane Venora, Philip Baker Hall, Lindsay Crouse.
Estadounidense, 1999. Estreno.
Jeffrey Wigand, excientífico del departamento de investigación de la compañía de tabaco Brown & Williamson, decide revelar los efectos nocivos de los cigarrillos sobre las personas. Un periodista, Lowell Bergman, le promete difundir su testimonio.
Ambos repiten la historia de David contra Goliath. El resultado es asombroso: la divulgación de los hechos, a cargo del teleprograma 60 minutos, culminará con el pago de 246 billones de dólares en indemnizaciones por parte de las siete principales tabacaleras de Estados Unidos (los llamados siete enanitos).
La historia, real y reciente, llega a nuestra Costa Rica bajo el título -no muy apropiado- de El informante. Michael Mann ( El último mohicano, Heat ) continúa la tradición de un cine de denuncia que Alan J. Pakula llevó a su pico más alto a la hora de filmar Todos los hombres del presidente (1976).
Pero Mann le añade a su cinta un delirio visual único. Los primeros y primerísimos planos y tomas fuera de foco del entorno subrayan el lado expresivo de la narración, mientras el uso de la cámara en mano nos remite a su aspecto documental (hay una dedicatoria de paso a los cinéfilos, cuando el empapelado del cuarto de hotel "desaparece" gracias a un fundido encadenado y Jeffrey accede a la visión extrasensorial de sus hijas).
Asimismo, Pacino y Crowe aportan un alto grado de veracidad al conflicto, cuya progresión dramática se define así: de este lado, un par de luchadores, cuya fuerza radica en una causa justa; del otro, dos entes corporativos (tabaco y comunicaciones) que tratan de ocultar la verdad.
La película, anticorporativa desde ya, nos muestra cómo funciona la libre expresión dentro de la Nueva Economía; y cómo la lógica del poder ("cuanto más grande la verdad, mayor el daño") asfixia el verbo, lo saca de circulación.
"¡Di tu palabra y rómpete!", clamaba Nietzsche; y es lo que propone, a fin de cuentas, El informante. Con el añadido de que la palabra arroja luz, crea conciencia.
Véala y entérese.