El sello editorial Fundación Museos Banco Central de Costa Rica está próximo a cumplir 30 años de buena salud. La huella cultural de su acervo suma 200 títulos, entre libros, catálogos de exhibiciones, folletos y publicaciones especializadas.
Su historia se puede dividir en dos momentos. Uno es el de los mecenazgos, durante el tiempo en que Dora Sequeira Picado fungió como directora ejecutiva de la Fundación Museos BCCR (1995-2008); el otro, el de la sostenibilidad financiera bajo la dirección de Virginia Vargas Mora, desde el 2011.
El primer periodo se identifica por la consecución de fondos privados para financiar las publicaciones, mientras que en el segundo se trata de una actividad propia, incorporada al costo de cada proyecto expositivo que financia anualmente la Fundación.
Visionarios mecenazgos en los Museos del Banco Central
En la época de Sequeira, el paisaje editorial nacional era inhóspito en la plástica y la arqueología, y nulo sobre la numismática. Los museos estatales carecían de política editorial, el patrocinio privado resultaba una práctica desconocida en el sector cultural, y tampoco había el empoderamiento necesario para pedir fondos privados.
En la cacería y el cortejo, secundada por visionarios como Álvaro Sancho, Marco Vinicio Tristán, Tomás Dueñas y Arnaldo Garnier, directivos de la Fundación, el sector bancario y algunas empresas respondieron con sentido estratégico: su sello corporativo patrocinaba publicaciones de exposiciones de calidad que daban prestigio y sofisticación a su marca. De ahí el periodo de ediciones de gran calidad gráfica coeditadas con BAC-San José, BANEX, HSBC, Holcim Costa Rica y Scotiabank.
Con Dora, la comunicación en sus múltiples posibilidades se volvió la columna dorsal de la Fundación. “En los museos se investiga para descubrir y divulgar como un imperativo ético con la sociedad”, dice sin la menor ambigüedad.
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En ese momento, se imprimía en Costa Rica y luego en Colombia, escenarios donde el gerente financiero José Hernán Solano Romero, supervisor del proceso, llegó a ser conocido como “el terror de las imprentas”.
Se hacían unas seis publicaciones al año y los servicios de diseño y fotografía se contrataban de manera externa. Publicaciones de gran factura gráfica dan cuenta de esta época de esfuerzos colegiados: Esferas precolombinas de Costa Rica (2007), de Ifigenia Quintanilla, así como Rostros, diablos y animales/Máscaras en las fiestas centroamericanas (2006), de Vania Solano Laclé.
El título Historia de la arquitectura en Costa Rica (Elizabeth Fonseca, José Enrique Garnier y otros, 1998) identifica un megaproyecto del periodo Sequeira Picado, representativo de su estilo de gestión proclive a las alianzas académicas e intelectuales y a los patrocinios privados.
El abordaje propio
El sello editorial de la Fundación da un giro gerencial con Virginia Vargas Mora, con la creación de nuevas plazas para consolidar un departamento que dirige Andrés Salas, responsable del diseño, las fotografías y el control de calidad de los impresos. Los curadores, por su parte, como autores de las exhibiciones especializadas a su cargo (numismática, artes plásticas, arqueología), nutren anualmente el programa editorial con sus investigaciones.
Sobre sus 13años de regencia, Vargas Mora es enfática al afirmar: “El museo construye conocimiento y lo divulga. El impreso completa la experiencia del visitante a la exposición, pero más allá de esta dinámica, el libro consolida el conocimiento en el futuro”.
Entre sus muchas satisfacciones por el trabajo realizado en equipo, Vargas Mora apuesta por Pueblos indígenas de Costa Rica (2023), de Priscila Arias Fonseca y Claudia López Oviedo, del Departamento de Educación de los Museos BCCR. Es un texto acucioso y pertinente, rotundo éxito de ventas, que está por agotar su segunda edición en menos de un año. “Se trata –asegura– de una de las nuevas iniciativas para poner en valor la sabiduría de los pueblos indígenas”.
Redescubrir la arquitectura como otro eje temático de la Fundación también la enorgullece. De su interés por divulgar el valor patrimonial del inmueble arquitectónico da cuenta Punto y Contrapunto/ La Plaza de la Cultura (2013), de Andrés Fernández, curador invitado. Otro título en su lista es Museos del Banco Central/Sus Tesoros (2014), la versión oficial de las colecciones que Virginia logró publicar con el patrocinio de BAC/CREDOMATC y el decidido apoyo de Ernesto Castegnaro Odio.
El destacado elenco de autores
En el elenco de autores publicados por el sello, destacan muchos más.
El historiador y numismático Manuel Chacón Hidalgo es uno de los más reconocidos de este fondo bibliográfico. La crítica de académicos y legos siempre aplaude sus textos. Fieles lectores de su estilo ameno y erudito –inolvidable su título Del real al colón/Historia de la moneda en Costa Rica–reconocen cómo el famoso curador de la colección numismática atravesó dos décadas de investigaciones dispuesto a divulgar sus hallazgos como un ingenioso escritor de relatos. Con su pluma dio prestigio y credibilidad al Museo de Numismática ante la comunidad internacional.
Una historia parecida es la de Ileana Alvarado, historiadora del arte y curadora de artes visuales, quien se estrenó con el catálogo Exposición Juan Luis Rodríguez Sibaja /El combate (1995), y no paró hasta que dejó la investigación curatorial 13 años más tarde, para dedicarse a la docencia universitaria. Hasta ese momento, Ileana publicó docenas de catálogos sobre la plástica costarricense con un estilo preciso y sobrio.
En autoría conjunta con Efraím Hernández, espécimen académico irrepetible y gran referente de los curadores plásticos locales, fue el catálogo La animalística en Costa Rica (2006) de exquisita factura estética, diseñado por el dúo Errol Barrantes y José Alberto Hernández.
Otros títulos muy populares fueron Agua, color y permanencia/La acuarela en Costa Rica (junto con María Enriqueta Guardia, 2005), Felo García/Gestor, innovador, renovador (con Elizabeth Barquero y Luis Fernando Quirós, 2005) y Frutas, verduras y otras cosas (1999) sobre el género del bodegón en Costa Rica, cuya exhibición producía embelesa visual.
Recuerdos de familia merece reglón aparte. Junto con la fotógrafa Sussy Vargas, Alvarado convocó las memorias fotográficas del público y la respuesta fue una avalancha de visitantes y sus respectivas familias para reconocerse en las fotografías seleccionadas por las curadoras.
El relevo de Alvarado lo asumió María José Monge, como curadora titular con una línea de escritura más intelectual, filosófica y reflexiva: Margarita Quesada Schmidt/No a la realidad (2015), El perpetuo errante/Cecilia Paredes (2016), La ciudad de los otros/deseos, fantasías, miedos (2016), Las artes visuales en los 70 (2019) y Faba/Salto al vacío (2023) destacan por su erudición rigurosa.
De su autoría también deslumbran Juego sucio (2014) y El aprendiz (2020), catálogos de exhaustivas revisiones de los artistas José Miguel Rojas y Adrián Arguedas, y su apuesta curatorial más arriesgada, El hilo vibrante/Rituales del arte contemporáneo (2022).
Hablemos de oro, piedra y barro
Otro bastión editorial se localiza en las colecciones arqueológicas que custodia, investiga y divulga la Fundación Museos BCCR. La curadora Patricia Fernández Esquivel fue la autora pionera de esta temática y sus aportes son un referente académico y divulgativo desde entonces.
Títulos más técnicos de esta autora, como Artesanos y piedras en coautoría con Guillermo E. Alvarado (2006), Aves de barro, piedra y oro (2009) y Felinos en la arqueología de Costa Rica (2012) conviven con la línea de folletos divulgativos de gran demanda por su vocación didáctica: Sellos Precolombinos/Imágenes estampadas de Costa Rica (2004), Mujeres de arcilla (2005) y Plantas medicinales/Saberes ancestrales de la medicina autóctona (2007).
Con el retiro de Fernández Esquivel entró en escena Priscilla Molina Muñoz como curadora, con una apuesta científica que adolece de artificios verbales. Su relato es fáctico y puntual, conocimiento puro para el lector especializado. Entre sus investigaciones destacan los títulos Un pasado entre líneas/Manifestaciones rupestres en la Cordillera de Guanacaste junto con Phillippe Costa, Martin Kunne y Eric Gelliot (2023), La metáfora de los sonidos/Materialización de la música en las poblaciones precolombinas (junto con Mónica Aguilar Bonilla, 2021) y Emisarias de la lluvia (2019).
Como en todos los tiempos, el conocimiento humano no conoce límites. Por eso Allan Delgado Madriz, ejecutivo de servicios y turismo y administrador de la tienda, destaca los valores del acervo editorial: solidez de la investigación, calidad gráfica y precios accesibles.
Un departamento especializado
El Departamento de Diseño y Museografía de los Museos BCCR está a cargo de Daniel Salas y tres diseñadores gráficos: Tatiana Vargas García, Julián Torres Martínez y Camilla Chinchilla Cerdas. El equipo crea fotografías, gráficos e ilustraciones, supervisa con rigor la producción en impresión de libros y catálogos, y utiliza materiales de alta gama para hacer ediciones visualmente atractivas visualmente y agradables al tacto.
“Nuestro enfoque meticuloso y de alta calidad refleja nuestro compromiso con la excelencia y la Innovación”, resume Andrés Salas.
El pasado presente
La emblemática colección de oro precolombino tiene difusión permanente desde los inicios del sello editorial Fundación MBCCR en diferentes formatos. Incluye auténticos éxitos como los folletos Piezas extraordinarias del Museo de Oro Precolombino (Patricia Fernández Esquivel, 2001) y Piezas extraordinarias del Museo del Oro Precolombino del BCCR/ Una aproximación a la iconografía indígena en la metalurgia precolombina (Priscilla Molina Muñoz, 2017), libros especializados de singular temática, Oro de Costa Rica: metalurgia y orfebrería en la época precolombina (Patricia Fernández Esquivel, 2015) y ediciones de lujo de extraordinarias calidades gráficas como Museo del Oro Precolombino (Priscila Molina Muñoz, 2020), editado en el marco de la renovación del museo con el apoyo de patrocinadores externos.