Carlos Barboza externa en un escrito sobre Manuel Cano de Castro, que este es el artista más internacional de Costa Rica del siglo XX. Acota, también, que los historiadores costarricenses no han hablado ni escrito de él. (Barboza, 2019).
Cuando me enteré de que el antiguo campo de internamiento y deportación de Royallieu se había convertido en Museo, pensé que era el momento de hacerle honor a Cano de Castro, uno de los artistas olvidados de Costa Rica y que, por un azar del destino, fue tomado prisionero por los nazis. Entonces, emprendí mi camino hacia allá.
Compiègne, idílico lugar al lado del río Oise que ha presenciado muchos eventos históricos relevantes para Francia. Juana de Arco fue capturada ahí en el siglo XV. El Delfín y Luis XV recibieron, en ese lugar, a María Antonieta cuando llegó a Francia de 14 años en 1770. Ese es el pueblo y la estación de tren en donde se firmó el armisticio franco-alemán en 1918, precisamente en el vagón 2419 y, en ese fatídico coche, por orden de Hitler -para vengarse de Francia– se firmaría su rendición en 1940.
Emularemos los acontecimientos de la lejana fecha de 1942. El tren que venía de la Gare du Nord, se detuvo en la estación al lado del río. Bajan los prisioneros y emprenden una caminata de dos kilómetros hasta las barracas que el mando alemán había convertido en Frontstalag 122, un nombre que nuestro compatriota nunca olvidaría. Ya no sería Manuel Cano de Castro, sino el número 2 4 3 6.
Fue la prisión de muchos otros seres que eran castigados por tener la religión equivocada, por ser disidentes o aparentemente pertenecer a la resistencia como el mismo Cano de Castro.
El pintor hispano-costarricense estuvo confinado de 1942 hasta principios de 1944. Para ese entonces, la familia contrata a un abogado costarricense quien había hecho sus estudios en La Sorbona y, este logra, junto con el Gobierno costarricense, que el prisionero salga extraditado.
La historia cambia para el artista; aquí, en esta patria que conoce poco, se encuentra con sus familiares paternos y con algunos amigos que, posiblemente había hecho en París, entre ellos Louis Feron, Max Jiménez y Mencha, su esposa. También, retoma las amistades de su anterior y corta estadía en Costa Rica, cuando su familia vino huyendo de la Guerra Española. Son intelectuales de la talla de Joaquín García Monge y Arturo Echeverría Loría.
Vuelve al país con su esposa Teresa Maure (ex compañera y modelo de Man Ray y Gargallo), muy afectado por sus experiencias en el campo de internamiento y, con una salud bastante frágil. Sin embargo, se pone a trabajar y a preparar los diseños para una carpeta de 12 litografías. Por fin, el 19 de agosto de 1944, las 50 carpetas de Frontstalag 122, Compiègne 1942, salen a la luz en la Casa Gráfica.
Este hecho es muy interesante, porque Cano de Castro va a ser el primer costarricense en realizar litografías artísticas en el país y, la casa editora: La Casa Gráfica, estaba preparada para ello. También es relevante saber que, este documento vivencial, no tuvo mucha acogida en el país, debido, posiblemente, a dos factores. El costarricense de esa época nunca había vivido una guerra, al no entender el confinamiento y el dolor de un conflicto bélico, aquellas imágenes las sienten lejanas y dramáticas. El otro elemento por tomar en cuenta es que la experiencia traumática de la prisión lo marca y lo convierte en un ser un poco hosco.
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En esas obras el artista nos muestra a un grupo de hombres rechazados y desposeídos de su futuro, muchos de los cuales serían enviados a Auschwitz o Dachau. A menudo sentimos, en las imágenes, que Cano está en el Campo, prisionero con los otros, pues no olvida detalle, sin embargo –como él mismo señala– tiene que hacerlo de memoria porque los alemanes le confiscaron todos sus dibujos. Son 12 litografías dibujadas en la matriz de piedra con lápiz graso, a un tamaño de 28 x 21 centímetros e impresas a mano una por una. El artista certifica, al final de cada carpeta, que las litografías fueron realizadas en papier Montgofier (sic) de 45 x 32 cm. Es también relevante que esta primera obra litográfica de Cano de Castro está dedicada “a mon ami Louis Feron”.
El 25 de noviembre de 1944 aparecen dos artículos en Repertorio Americano a propósito de Frontstalag 122, uno es de Max Jiménez y el otro de Arturo Echeverría Loría. Dos años después, la Galería L´Atelier de Echeverría, realiza una exposición de dos de las tres carpetas de grabados que realizó Cano de Castro en Costa Rica.
Después de esa época, no hay rastro de este artista en la historiografía nacional, nadie lo vuelve a nombrar. Lo que sí se sabe, es que regresó a Europa. En todo caso –Costa Rica pierde la memoria, este es otro de sus artistas olvidados–.
Recién lanzado el Museo Virtual de Arte Costarricense, PINCEL, recibí una petición de un museo francés, se trataba del Mémorial de l´internement et de la déportation de Compiègne. Ellos se interesaban por la obra de un artista del que nunca habían oído hablar, pero que había realizado obras plásticas del campo de internamiento Frontstalag 122. Creí necesario que la obra de Manuel Cano de Castro estuviera en el lugar en donde se había originado, entonces emprendí mi camino, con una carpeta de sus grabados –como la que él había regalado a mi abuelo por haber sido la persona que lo salvó de su encierro–.
Es difícil describir lo que se siente al entrar a un antiguo campo de internamiento nazi, por más que se haya convertido en un lugar de exposición.
Gnat Aurélien, el director y sus asistentes Gabrielle Perissi y Dominique Grange nos explican que, al convertir el lugar en museo, se trató de respetar la esencia de lo que fue Royallieu y por eso fue mínimamente intervenido.
Estas obras de Manuel Cano de Castro fueron donadas al museo francés, ahí serán preservadas y apreciadas. Al salir del Memorial del Internamiento y la Deportación, leo unas palabras que rezan a la entrada y que son de su amigo el poeta Robert Desnos, muerto en el lugar, un año después de que nuestro artista fuese repatriado:
“Sol de Compiègne!
Terre grass et cependant stérile
Terre de sílex et de craie
Dans ta chair
Nous marquons l´empreinte de nos semelles”
Nota biográfica
Manuel Cano de Castro nace en San José, Costa Rica, en 1891. Viaja a España a los 7 años y, en Barcelona, es alumno de Francisco Galli 1911 y 1912. Estudia pintura al fresco y colabora con Joaquín Torres G. Marcha a París en 1916 y expone en la Galería Berheim-Jeune. Forma parte del movimiento Novecentismo Catalán.
Joaquim Sunyer pinta su retrato –Museo Thyssen-Bornemiza, Madrid–. En 1918, participa en la exposición de artistas independientes, Nueva York (II premio, tríptico al fresco). En 1920, fija su residencia en París. En 1936, se casa en París con Marie Thérèse Maure, excompañera y modelo de Man Ray y Pablo Gargallo. Y en ese mismo año vuelve con su familia a Costa Rica huyendo de Guerra Civil Española.
Decide regresar a París, pocos meses después lo pilla la II Guerra Mundial y luego es tomado prisionero por los alemanes. Permanece en el campo de internamiento Frontstalag 122 desde 1942 a 1944. En 1959 Fallece en París, es inhumado en el cementerio Thiais.
El Diccionario Bénézit hace una reseña sobre él y lo califica como pintor, grabador y escritor sobre temas de arte.