El 2017 prodigó felices coincidencias para Álvaro Rojas Salazar. Tres libros coincidieron: el autor se encontraba de pronto con una novela, una crónica y una colección de ensayos entre manos. Era de esperar para alguien que no deja de pensar la literatura y extenderla al mundo cotidiana.
Fue una feliz casualidad porque los tiempos editoriales no corresponden con los del escritor, que no se detiene. "Para mí, la literatura siempre ha sido un gran gusto, un gran placer. Hay un goce que me hace disfrutarlo mucho por más que requiera esfuerzo y disciplina", dice Rojas.
Su novela sobre el río San Juan, Greytown (Uruk Editores) vino primero y lo llevó a presentarla a Centroamérica Cuenta, en Nicaragua; luego, gracias a una beca del Colegio de Costa Rica, presentó Telire, crónica se su travesía por el río en Talamanca. Finalmente, vino Con el lápiz en la mano (EUNED), colección de 55 ensayos, reseñas y crónicas recopiladas de una década de labor.
Rojas (1975) ha hecho de sus aportes a medios como Áncora, Semanario Universidad y Literofilia.com una forma de explorar la relación entre la literatura y la historia, la política y lo individual. Eso recorre en textos sobre las novelas de la guerra de 1948, sobre la ciudad de San José y acerca de autores como José León Sánchez, Mario Vargas Llosa o Cormac McCarthy.
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Álvaro Rojas Salazar también es autor de la novela "Greytown", una historia de amor que sucede entre San José y el río San Juan. Foto: Melissa Fernández Silva. (Melissa Fernandez Silva)
– ¿Cómo se llega a conformar un libro de ensayos de este tipo?
– Son los ensayos y artículos que he escrito por poco más de 10 años, entre el 2006 y el 2015. Algunos de ellos han salido en suplementos culturales de La Nación, el Semanario Universidad, revistas digitales y de la Universidad Nacional.
"Es una colección de todos esos artículos en los que se puede notar una constante: la literatura es un instrumento para comprender y conocer el mundo social y a las personas, no simplemente un ejercicio formal, estético o de entretenimiento.
"Una vez que ya tenía todo el material, lo releí y me parece que la unidad, lo que se repite en cada uno de esos ensayos, es un lector y una manera de entender la literatura en textos de muy distinta naturaleza".
– ¿Cuál es esa forma de entender la literatura que encuentra allí?
– Vinculando la literatura con el conflicto social, la política, con el mundo en el que surge, con los conflictos personales de los personajes y, además, con la subjetividad del propio crítico. A veces se pretende una crítica ajena a quien la hace, una crítica "objetiva" que, de alguna manera, corta el vínculo entre ese lector y el texto.
"El crítico es un lector más. La participación subjetiva de ese crítico está ahí. Para mí, la crítica literaria es otro género de la literatura: es literatura sobre literatura. Por eso incluí en el libro el epígrafe de Roland Barthes: 'Un crítico literario no solo de literatura debe saber'. Se reúnen en la crítica disciplinas como historia, psicoanálisis, la teoría literaria, la política, la filosofía...
"Esa es la manera de leer que me interesa, no solo los aspectos formales y estéticos, sino que la crítica reúna otras disciplinas y se permita ahondar en los textos.
"Tampoco hay que forzar los textos, no es imponerle una teoría, sino dejar que el texto hable. A partir de lo que ese texto dice, tratar de comprenderlo con las herramientas de interpretación que el crítico pueda manejar, no al revés.
"Nunca me ha interesado decir si un texto es bueno o malo, sino lo que se puede pensar a partir de él".
– ¿Cuál es, para usted, la función de esa manera de leer los textos?
– Una es presentar los textos al lector. La otra es utilizar la literatura para reflexionar, pensar, filosofar sobre aspectos extraliterarios, que forman parte de nosotros, vincularla con el mundo, no tenerla en un estante, distante, ni como ejercicio solo para académicos.
– ¿Cómo se ejerce crítica literaria desde Costa Rica, una pregunta recurrente en foros sobre el tema?
– Se puede y lo he hecho por más de 10 años. Parte de la clave para esto es el lenguaje que se utiliza y el trabajo de los periódicos, que para mí es fundamental. Hay gente, académicos sobre todo, que desprecian el trabajo crítico o la publicación de artículos de crítica en periódicos porque sienten que no tienen el rigor de revistas académicas, pero, para mí, es más valioso ese ejercicio en el periódico, que le llegue a una cantidad de lectores amplia.
"Muchas veces los artículos de crítica se quedan en esas revistas académicas, no pasan de los mismos lectores, no pasan de sumar puntos académicos para el salario. En un periódico le llega a muchísimas personas de muy distinta formación. Hay cosas que van apareciéndote, como cuando un escritor gana un premio u otros temas de actualidad, que permiten desarrollar una idea que a uno le parece importante (como los artículos de las novelas sobre San José o la guerra del 48)".
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– ¿Cómo fue reencontrarse con estas visiones, releerse?
– Para mí fue sorprendente, sorprendente ver la transformación en el estilo y fue como reconocer intereses de otra persona, porque no escribo igual que hace 12 años ni tengo los mismos gustos literarios. Me resultó fascinante la transformación.
– Algo que para mí unifica y se va profundizando en textos es una cierta tendencia o estrategia de narrar, a modo de crónica, a partir de un comentario sobre un libro.
– En algunos casos es mucho más evidente. Eso tiene que ver con la participación subjetiva del crítico, que, al mismo tiempo, hace un enlace con el mundo donde se recibe esa obra. Independientemente de si se publicó hoy o hace 60 años, el crítico es quien hace ese vínculo entre la obra y el mundo actual. El ejercicio crítico es un ejercicio de participación. Es un ejercicio de lectura, pues el crítico sigue siendo un lector más. La lectura del crítico es una más entre las muchas posibles.
Rojas escribe para diferentes publicaciones como Semanario Universidad y Áncora. Foto: Melissa Fernández. (Melissa Fernandez Silva)
– Elaborar critica en general y hacerlo constantemente, ¿cómo le ha permitido reflexionar acerca de su oficio como narrador?
– Sobre todo en las elecciones de los autores. Hay autores determinantes en cuanto a mi estilo: los nicaragüenses. Hablo principalmente de Ernesto Cardenal, de Salomón de la Selva y de José Coronel Urtecho, quien si bien escribió poco, influyó mucho en mí, sobre todo con sus escritos sobre el río San Juan. El estilo de ellos marcó bastante el mío, la forma en que quería contar las cosas. Así ocurre con otros textos; por ejemplo, el trabajo sobre San José lo realicé porque me interesaba reconstruir en la ficción esa ciudad. Siempre hay vasos comunicantes entre los escritores que uno escoge. De alguna manera el trabajo como crítico es parte esencial en mi formación como escritor.
– ¿De qué manera ha cambiado este trabajo su relación con lo literario y la crítica a lo largo del tiempo?
– Creo que principalmente en el estilo, en la forma de hacer crítica. Es menos académica, menos rígida, menos llena de conceptos académicos y más fluida. Lo que ha cambiado es el estilo, que se acerca más a pensar crítica como otro género de la literatura. Me he ido acercando a otras formas de elaborarla como crónica, como relato, y no esa otra forma de crítica académica.
"(Otro aspecto importante es que) para mí, el periodismo es importante en mi forma de ver la literatura, por su vínculo con el mundo social, con la vida cotidiana y su forma realista de abordar temas, mi forma de ver la relación de historia y literatura está mediada por periodismo. También en la técnica, en la técnica periodística utilizada en la literatura".