Un total de 105 hombres, mujeres y niños han muerto en incendios en los últimos seis años y cuatro meses. La estadística deja ver que la cultura de prevención contra este tipo de siniestralidad todavía debe reforzarse.
El año con más víctimas fue el 2018 con 30; mientras que en el 2019 hubo 15 y el año anterior 14.
El domingo pasado tres personas sufrieron múltiples quemaduras en su cuerpo. Un incendio los sorprendió a pleno día en la planta alta de la casa donde vivían en barrio El Carmen, Alajuela.
Apenas tuvieron chance de escapar de las llamas agarrándose de unos perling y lanzándose por un balcón, pues la única puerta de evacuación quedó envuelta por humo, fuego y altas temperaturas.
Dos de los quemados son niños de seis y 11 años, uno de los cuales permanece estable en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Nacional de Niños, informó el subdirector de ese centro médico, Carlos Jiménez.
El otro menor y el adulto, de 30 años, también se recuperan en el Hospital de Alajuela.
Las primeras investigaciones de Ingeniería de Bomberos, con base en testimonios de testigos y otros indicios, revelan que un posible derrame de combustible de una bicimoto aparcada en las gradas de acceso fue la posible causa del fuego. Como segunda posibilidad se valora la falla de un abanico.
Este año han muerto dos varones
De acuerdo con Wálter Jiménez, de Ingeniería de Bomberos, cada año mueren en promedio 17 personas en incendios, por falta de un plan de emergencia familiar y porque la mayoría de las casas carecen de salidas alternas y no tienen sistemas de alerta, como detectores de humo, extintores y lámparas portátiles.
El primer cuatrimestre de este 2021 cerró con una víctima mortal en San José y otra en Alajuela.
El 19 de marzo pasado falleció Régulo Lara Matamoros, de 85 años, en un incendio en bajo Rodríguez en San Ramón, Alajuela.
El adulto mayor era oriundo de San Ramón, padre de tres hijos y vecino de la zona, según los datos del Registro Civil.
Casi un mes antes, el 23 de febrero, en San Pedro de Montes de Oca hubo otro fallecido entre llamas.
El Organismo de Investigación Judicial confirmó, luego de la autopsia, que el adulto murió a raíz del incendio, sin embargo; aún no está identificado.
Los bomberos lo hallaron al escombrear, al fondo de una de las casas quemadas. Esa vez, otras dos personas fueron trasladadas a centros médicos con quemaduras.
Cuarterías son un problema
La muerte de siete personas en un incendio ocurrido en el 2019 en La Carpio, La Uruca, encendió la alerta sobre el peligro en las cuarterías y se comenzó a trabajar más fuerte con las municipalidades, ya que esas estructuras están lejos de toda normativa.
Hace un año, al inicio de la emergencia por la pandemia de covid-19, comenzaron a surgir casos de contagiados en cuarterías y se dimensionó la cantidad de ese tipo de recintos que hay, principalmente en las cabeceras de provincias.
El Cuerpo de Bomberos tuvo que capacitar a personal de los municipios, para identificar los riesgos de incendio y evidenciar el peligro que encierran.
“Algunas eran bodegas que se convirtieron en cuartos o casas de habitación. Se dividieron en pequeños dormitorios hacinados”, dijo Jiménez.
Añadió que las municipalidades deben intervenirlas, para que se ajusten a la normativa de apartamentos o de albergues.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) estima que, con base en datos recolectados en el 2011, en el Censo Nacional de Hogares, hay 5.500 cuarterías en todo el país.
Refieren que podían haber unas 11.000 personas viviendo en estas instalaciones.
En San José hay muchas, por barrio México o por la parada de buses de Puntarenas en barrio los Ángeles, pero también pululan en lugares como Tibás y Santo Domingo de Heredia.
“Yo tengo una casa y, de repente, por factores económicos necesito una entrada más. Si la vivienda tiene cuatro o cinco cuartos, los alquilo, pero ahí se pasa toda una familia, meten refri, televisor, cocina de gas y cada uno de esos recintos se convierte en un apartamento”, explicó el ingeniero.
Al ir creciendo desmedidamente, la instalación eléctrica, que estaba diseñada para una carga específica de consumo, empieza a sobrecargarse y comienzan los problemas de cortocircuitos.
De igual manera, al llenarse de gente, resulta imposible dotarlas de salidas para que en una emergencia todas esas personas puedan evacuar.
Generalmente, en esas construcciones no hay sistemas de alarma y detección de fuego, que son requeridos para una edificación con esa cantidad de personas.
Aunado a ello, tienen instalaciones eléctricas viejas y en mal estado.
El tiempo de respuesta de los apagaincendios en San José ronda entre cinco y siete minutos, dependiendo de la hora y otras circunstancias.
Ese tiempo puede marcar la diferencia entre la vida o la muerte para quienes queden atrapados, de ahí la importancia de los dispositivos de alerta sonora y visual.
En cuanto a la cantidad de incendios estructurales, San José supera al resto de provincias y le sigue Alajuela.