Esta es una historia acerca de dos personas sobre las que nunca sabremos lo suficiente. Dos años han transcurrido desde que el exmagistrado de la Sala Primera Óscar González fue denunciado por acoso y violación. Desde entonces, la denunciante y el acusado hablaron, compartieron su visión de lo acontecido, reclamaron justicia y callaron.
Óscar González Camacho, entonces de 40 años, y Priscilla Quirós , de 27, se conocieron durante el último cuatrimestre del 2001. Él era su profesor en la Universidad Federada Colegio Santo Tomás. Ella declararía después que él la impresionó: “era una persona encantadora, efusiva, que me trataba bien, que era muy alegre”.
El problema para ambos era que González estaba casado –aunque él le dijo que se estaba separando–. “Cuando salíamos, nada más era para ir a algún lugar y tener relaciones sexuales”, describió Quirós en su testimonio.
Por los siguientes diez años, se verían de forma esporádica, siempre para encontrarse furtivamente y tener sexo. Desde los primeros meses de aquel amorío, Quirós empezó a sentirse incómoda con algunas prácticas sexuales de González, según sus declaraciones . La primera mención de violencia proviene de aquel año.
A fines del 2002, cuando a él se le nombró magistrado, la relación se había enfriado. Hasta fines del 2003 volvieron a salir y, durante los siguientes dos años, González llegó a ser su profesor una vez más. En su denuncia, Quirós dice: “Las relaciones sexuales eran consentidas, pero siempre terminaban mal porque él tenía que maltratarme”.
González recomendó a Quirós para un puesto en el Instituto de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM), pero para entonces, Quirós ya se sentía deprimida. No pudo continuar con sus estudios ni con su trabajo y, una vez más, se distanció de González. Por mientras, él se convertía en una de las máximas autoridades en Derecho Administrativo y lideraba una honda reforma de la jurisdicción contencioso-administrativa .
En el 2006, se reencontrarían: Quirós empezó a trabajar en la Sala Primera. Cerca de González, volvieron a tener relaciones –incluso, en la oficina–. Según Quirós, empero, llegó el punto en el que no pudo más. “Esta persona de manera reiterada ejerce presión para que, contra mi voluntad, yo tenga algún tipo de relación personal y cercana con él”, declaró a este medio en el 2012.
Ese año, Quirós denunció a González por hostigamiento ante la Corte y por violación ante la Fiscalía. A mediados del 2013 , en una sesión maratónica de ocho horas y 32 rondas de votación, tras reiterados recursos de González contra el procedimiento , la Corte Plena acordó pedir que se destituyera al magistrado por “faltas gravísimas”.
Punto de quiebre
El 28 de julio del 2014, 53 diputados votaron a favor de revocar el nombramiento de González como magistrado , por primera vez en la historia de la República. González, según informó su hija a los diputados, se encontraba internado en el Hospital Psiquiátrico.
El exmagistrado no declaró ante el plenario, aunque sí lo había hecho ante la comisión investigadora. Por ello, sus hijos interpusieron un recurso de amparo reclamando su “derecho a la defensa”. El 31 de octubre, tres meses después, la Sala Constitucional rechazó el recurso . La destitución sigue en pie .
Sin embargo, la investigación de la denuncia por los seis cargos de violación y una tentativa de violación continúa pendiente de juicio. El exfiscal general de la República, Francisco Dall’Anese (2003-2010), asumirá la defensa de González en un proceso que podría arrojar más luz sobre los recovecos que seguimos desconociendo.
A la vez, atizará de nuevo un debate que exige colocarse ante lo que críticos del proceso consideran zona gris. González ha resaltado detalles como amenazas que recibió en el 2008, 2011 y 2012 por correo electrónico. En mensajes anónimos, le exigían que renunciara. No se sabe de dónde provenían.
Se solicitó conversar con Quirós por correo electrónico, mensajes de texto y llamadas telefónicas. No respondió. González, por su parte, no confirmó fecha para entrevistas solicitadas.
“Moriré afirmando y gritando de mi inocencia”, declaró el exmagistrado a La Nación en setiembre. Como considera que el proceso no ha sido adecuado, podría seguir un paso determinante: acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.