El aeropuerto Juan Santamaría vive una saturación aérea producto de la temporada alta que ha llevado al retraso de vuelos internacionales, locales y privados. Ronald Vega Bolaños, director de control aéreo indicó que la tarde de este sábado, entre las 12 y las 4 p. m. se tuvieron que paralizar los aterrizajes en tres ocasiones, las primeras dos durante un espacio de 15 minutos y la tercera por 12 minutos.
“La cantidad de aviones que estaba llegando era tanta que no permitía que nosotros movilizáramos las aeronaves que estaban en tierra para salir. Cuando los aviones vienen a aterrizar van a saturar. Me tocó a mí como supervisor coordinar con el supervisor de aproximación y decir que ya no teníamos capacidad para recibir más aviones. Opté por esta medida, es la primera vez en toda mi carrera que la tomo”, explicó a La Nación.
Pedro Moisés Parada Armas, presidente del Sindicato de Profesionales de Control de Tránsito Aéreo (Sitecna), señaló que esto se debe a una temporada alta “muy alta”, en donde la demanda de salidas y llegadas, así como del tránsito en los cielos ticos hace que los controladores aéreos sean insuficientes.
Parada indicó que se trabaja bajo tres principios que son la seguridad, el orden y la fluidez, por lo que debe ante todo mantenerse la seguridad de las naves y las personas que viajan en ellas.
“La gran cantidad de tráfico que hemos tenido ha provocado ya en varios días, en varias ocasiones, el colapso. Llega el punto donde definitivamente tenemos que salvaguardar, no se puede exponer la seguridad ante ningún motivo. Entonces si se tienen que provocar retrasos y demoras para que todo salga de la mejor manera, pues es la decisión que se tiene que tomar. Se tiene que salvaguardar la integridad de las personas”, destacó.
No hay una estadística de un promedio de los tiempos de atraso. Sin embargo, Parada indicó que es usual que se vean de 30 o 40 minutos. Esto podría no parecer mayor cosa, pero un atraso de este tipo atrasaría el resto de los vuelos y se podría acumular. La situación también puede afectar a las personas que deban tomar vuelos de conexión en otro país y aumenta el riesgo de pérdida de conexiones.
Parada enfatizó que esto no se trata de ningún movimiento o protesta que estén haciendo los controladores, sino de que la temporada alta está generando mucha actividad.
“La falta de infraestructura y la falta de herramientas está haciendo que hoy día lamentablemente se ven reflejadas. Todos los vuelos se están viendo afectados: aviones grandes, pequeños, locales, internacionales, privados”, destacó.
Vega coincidió con Parada, al manifestar que “la capacidad de este aeropuerto no da más”.
Parada compartió un video de la pista de aterrizaje a la 1:13 p. m. de este sábado 6 de enero, que fue tomado por sus compañeros.
“El video refleja un poco de lo que se vive. No es solo lo que se ve observable en la superficie, también lo que está volando, lo que está tratando de entrar. (....) La gente podrá decir, ‘son solo nueve aviones’, pero no se ve lo que está tratando de entrar o de salir, ni lo que vuela sobre nosotros. Todo el mundo está tratando de entrar o de salir y eso se tiene que hacer con muchísima seguridad”, enfatizó.
Ambos controladores indicaron que, según Aviación Civil, la capacidad del aeropuerto es de 28 operaciones de vuelos comerciales por hora, sin tomar en cuenta los “taxis aéreos” y sobrevuelos. De acuerdo con los manuales internacionales, lo aconsejable es llegar al 80%, esto serían 18,4 vuelos y no llegar al máximo de la ocupación. Y, si se excede y se llega al 100% que no sea por periodos muy largos.
“Nosotros definitivamente en esta temporada manejamos más de 28 operaciones por hora, un día de estos, si los números no me fallan, yo controlé 17 o 19 aterrizajes, sin contar lo que cruza el aeropuerto o lo que salía. Se excedió en esa hora. Y todo eso repercute en la fluidez”, manifestó Parada.
Vega añadió que tener 100% de ocupación es una constante en el Juan Santamaría.
Este 6 de enero, explicó Parada, al ver la cantidad de aviones de todo tamaño y que viajan desde y hacia diferentes distancias, más lo que está cruzando el espacio aéreo costarricense vieron que había “demasiado tránsito que acomodar y debían bajar las revoluciones para no caer en el error”.
“En este momento, mis compañeros, para poder salvaguardar la seguridad de los pasajeros, de las tripulaciones, pero también la seguridad económica... para salvaguardar eso tienen que trabajar más lento, de una forma en donde ellos puedan saber que no se está exponiendo más allá de lo que se debe exponer la operación”, añadió.
Aunque este 6 de enero se vivió una de las mayores saturaciones, esto no quiere decir que no las haya en otros niveles. Parada indicó que ha tenido momentos con las 13 puertas del aeropuerto saturadas, o tres o cuatro aviones en la calle de rodaje al sur de la pista de aterrizaje porque no pueden llegar a las puertas porque todos están ocupadas.
Falta de personal
De acuerdo con Parada, esta situación pone en evidencia la falta de recurso humano. Según dijo, hacen falta al menos 11 controladores aéreos para llegar a trabajar con lo mínimo. A esto se le debe añadir que hay dos personas en entrenamiento.
Lo ideal sería que trabajaran cinco personas y un supervisor por turno, pero se han tenido turnos de tres personas, una de las cuales es el supervisor. En las noches, señaló el presidente del sindicato, solo hay dos personas.
“Todo tipo de vuelos están aumentando. Esto beneficia muchísimo la economía de Costa Rica. Todos los vuelos aumentan, pero no la cantidad de compañeros que tenemos para salvaguardar la seguridad de cada persona que hace uso de un avión”, señaló Parada.
Infraestructura insuficiente
Vega señaló que, incluso con una mayor cantidad de controladores aéreos la infraestructura del Juan Santamaría y su tamaño de la pista se hace insuficiente para la gran cantidad de turismo que llega al país.
“Hemos pedido cambios de itinerarios, o que busquen alternativas diferentes con otros horarios de los taxis aéreos, pero no se han dado ajustes. Esa poca planificación o nula planificación nos tiene así. Si hay poca infraestructura no hay capacidad para todas las aeronaves que se quieren recibir”, señaló.
Para Vega, hay un problema cuando un vuelo comercial internacional coordina con taxis aéreos para transportar directamente a pasajeros a Limón o la zona Sur, o Tamarindo. A esto se le suman aviones ejecutivos o privados.
“Todo eso genera una cantidad de trabajo enorme, porque debemos trabajar con varios aviones pequeños”, dijo Vega.
Parada señaló que esto puede causar también que algunos vuelos no se realicen y se cancelen.
“Yo he tenido ocasiones en donde me han cancelado el vuelo porque dicen que ya van a entrar en una tripulación en condición de ilegalidad porque no se cumplen las horas de descanso de la tripulación. He tenido al piloto diciéndome ‘ayúdeme para salir ya’ cuando hay siete aviones prioritarios”, destacó Parada.
Para los controladores, esto pudo haberse evitado en gran parte con una mejor planificación de previo a una temporada alta que ya se sabía que iba a ser “muy alta”.
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