Ortega y su esotérica compañera de tiranía impusieron su parodia electoral. ¡Y…ganaron! No fue sorpresa. En desamparo quedó el sufrido pueblo hermano. ¡Vergüenza para los que pudiendo no detuvieron el atropello!
En primer lugar, la OEA, convertida en papel higiénico su Carta Democrática. No puedo escribir con elegancia esta burla a la conciencia democrática de un continente.
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Quedamos notificados de la impotencia a la que estamos sometidos los pueblos cuya seguridad depende de la observancia del derecho internacional y de la entereza de las instituciones hemisféricas, sus supuestas garantes. La escalofriante gravedad de la fantochada de Ortega no está en el pasado. Está en el futuro. Tendremos que convivir en cercanía inmediata de un gobierno ilegítimo. Nuestro comercio tendrá que pedir venia para atravesar su territorio. Su aislamiento creará mayor aprieto económico y se traducirá en olas humanas cruzando el San Juan.
¿Seremos Corea del Sur con amenaza de un norte agresivo y armado hasta los dientes? ¿Reclamará Guanacaste como cortina de humo ante el descontento de la miseria exacerbada? ¡Cuidado con decirme que exagero! ¡Nada, repito, nada puede excluirse de mentes tan perversas que han probado ser capaces de las peores maquinaciones para perpetuarse en el poder, ahora «manu» rusa «militari».
Y vienen sanciones. La más temida por Ortega está para su firma, en la mesa de Joe Biden. Es la Ley Renacer («Reforzar el cumplimiento de condiciones para la reforma electoral en Nicaragua»). Es un paquete sistémico de sanciones. Exhorta al Ejecutivo a coordinar acciones con la Unión Europea y Canadá, pone la mira en los activos del ejército de Ortega y plantea la suspensión del TLC para Nicaragua «porque comerciar con Estados Unidos es un privilegio, no un derecho», dijo la congresista María Elvira Salazar («CNN», 3/11/2021).
Todo ayudará para salir de este atolladero. Pero fantasioso sería esperar que en Nicaragua las sanciones tengan el impacto que frente a otras dictaduras no han tenido. Sangre, sudor y lágrimas llegaron para quedarse un tiempo más. Las mejores mentes democráticas hacen acopio de ingenio señalando formas de lucha contra el régimen. Toca luchar, es cierto, pero también adaptarse a sobrevivir la amarga noche de Ortega, que, después de 15 años, apenas comienza.
La autora es catedrática de la UNED.