Cuando se emitió la primera transmisión de televisión pública en el país –en mayo de 1960– La Nación vio con recelo la explotación comercial que podría tener aquel aparato grande y suntuoso que, de manera inexplicable, emitía imágenes en movimiento.
A partir de ese momento, el desarrollo de la televisión fue imparable y se convirtió en un protagonista recurrente del diario con las primeras series, espacios de concursos y noticieros que se empezaron a producir en el país.
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También fuimos testigos del nacimiento de personalidades que hoy siguen vigentes o tienen un espacio importante en nuestras memorias de infancia.
Repasar toda su historia en las páginas de La Nación fue una experiencia llena de recuerdos y anécdotas: para ver televisión había que buscar una escalera, subirse al techo, ver cómo diablos pegábamos una antena y, finalmente, buscar una hendija entre las latas de zinc para pasar por ahí un cable que llegara hasta el aparato.
Todo ese esfuerzo valía la pena: el mundo que nos presentaba era maravilloso y sin límites –aunque había si acaso seis canales–. Esa caja nos permitió ser testigos de la llegada del hombre a la luna, la visita de John F. Kennedy al país y la erupción del volcán Irazú.
Todo ese legado quedó plasmado en estas páginas. ¡Qué disfrute el programa!
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