Recuerda que tenía temor. Que guardó 30 galones de agua, comida enlatada y protegió su hogar en San Juan, Puerto Rico, para prevenir el paso devastador de los huracanes Irma y María, en agosto y setiembre del 2017.
En medio de aquel desastre, el lanzador de martillo, Roberto Sawyers, se venía recuperando de una seria lesión, tras ser sometido a un procedimiento médico, en el cual lo inyectaron en la columna para tratarle unas hernias en los discos de su espalda.
Al quedar sin electricidad en Puerto Rico, las sesiones de rehabilitación se limitaron a ejercicios. Las terapias de calor o electricidad no se pudieron realizar por la falta de centros médicos habilitados.
Aún así, menos de dos meses después del desastre, viajó a los Juegos Centroamericanos de Managua, Nicaragua, en diciembre del año pasado y ganó la presea de oro, a pesar del dolor que sentía en su espalda.
Una nueva dolencia se presentó en marzo del 2018, cuando empezó a padecer de una tendinitis que casi lo deja fuera de los Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla, donde finalmente ocupó la cuarta casilla.
Un poco desilusionado y triste, afrontó el Campeonato Norte, Centroamericano y del Caribe de Atletismo (NACAC por sus siglas en inglés) en Toronto, Canadá, el fin de semana anterior. La perseverancia y la entrega en cada entrenamiento tuvieron su recompensa, al ganar la medalla de oro, imponer récord del torneo (72,94) y asegurarse el pase directo al Mundial de Atletismo en Doha, Catar, en octubre de 2019.
“Aún me cuesta creer lo que hemos logrado. Ser campeón de la región y ganar mi boleto directo al Mundial de Doha me deja muchísimas sensaciones. Estos últimos años han sido de muchos malos momentos que llegaron a frustrarte, pero nunca me di por vencido”, aseguró Sawyers.
Después de asistir al Mundial de Atletismo en Pekín, China 2015 y los Juegos Olímpicos de Río 2016, Sawyers no ha claudicado en su afán de progresar, pese a todas las dificultades, incluso los huracanes que marcaron su vida.
“Esto no es un logro solo mío, también debo agradecer a mi madre (Patricia Furtado), quien es mi motor, para ser perseverante y no darme por vencido, al igual que a mi esposa Mariely Miranda, a mi amigo y hermano de crianza Bob Colville, así como a mis patrocinadores, el Comité Olímpico, la Fecoa, el Icoder y la empresa Herbalife, que pese a todo han creído en mí”, resaltó Sawyers.
Y es que si concentrarse para competir no es sencillo, es aún más complicado hacerlo tras el paso de dos ciclones tan destructores, como el caso de Irma y María por Puerto Rico, donde Roberto Sawyers estudia y vive.
“Cuando nos dijeron que debíamos prepararnos para el paso de los huracanes sinceramente estaba muy asustado. Nos hablaron de las inundaciones, los vientos de más de 250 kilómetros por hora y todos los desastres que se podían dar”, manifestó el lanzador.
Tras el paso primero del huracán Irma, que se degradó a tormenta tropical, Roberto y los demás habitantes de la Isla del Encanto jamás imaginaron la destrucción que causaría María.
“Uno estaba preparado, pero no esperaba todo lo que pasó. Por dicha donde vivo, en San Juan, mi casa no corría peligro de inundarse, pero tuvimos que asegurar las ventanas para que no estallaran por los vientos. Aún así se nos metió un poco el agua a la casa, pero no pasó a más”, confesó el atleta tico.
Lo peor estaba por venir tras prácticamente 48 horas de agua y viento que azotaron con furia la isla. “Cuando terminó la tormenta salí de mi casa y miré toda la destrucción. Ayudé a rescatar a varias personas que estaban atrapadas en sus casas porque los árboles bloqueaban las puertas o habían destruido alguna parte. No había servicios básicos como luz y agua tampoco”, recordó Sawyers.
Roberto narró cómo los días posteriores fueron dramáticos, ante la falta de seguridad, combustible y alimentos, por lo que las personas perdieron la cordura y se enfocaban a toda costa en sobrevivir.
“Como había guardado agua y comida enlatada, mi esposa y yo no sufrimos tanto. No había comestibles en los supermercados y la gente hacía filas de hasta un kilómetro por gasolina. Incluso mataron a un hombre porque se coló en la fila. Se desataron los asaltos y los robos por las condiciones infrahumanas en que quedó la isla”, relató Sawyers.
En medio del caos, el costarricense no podía dejar de entrenar pues tenía la obligación de representar al país en las competencias del ciclo olímpico, como los Centroamericanos de Managua 2017 y los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018.
“No quiero exagerar diciendo que mi vida corrió peligro, pero sí hubo que tomar precauciones. Me tocó bañarme con cubetas, comer enlatados fríos y como no había electricidad, enterrar la carne que se nos puso mal, así como otros alimentos para evitar contaminaciones. Igual había que buscar tiempo para entrenar. Lo hacía en el patio o dentro de mi casa, pues en los dos primeros meses era peligroso abandonarla, por los asaltos”, revivió Sawyers.
Menos de un año ha pasado desde aquella difícil experiencia y el atleta nacional se siente orgulloso por lograr salir adelante y además darle victorias al país en las diferentes competencias en que participó.
“Honestamente siempre he sido un luchador y a pesar de todas las dificultades que pasamos en esta temporada me mentalicé para dar lo mejor. En Barranquilla no se nos dieron las cosas, pero ahora con el triunfo en el NACAC estamos más tranquilos, porque sabemos que valió la pena el esfuerzo y esperamos terminar nuestra temporada en el Iberoamericano la otra semana en Perú”, concluyó Sawyers.