El mandatario, Rodrigo Chaves, crea figuras ficticias y polarizantes como “la señora de Purral”, a quien usa en sus discursos para retratar a ciudadanos en pobreza, y a los “ticos con corona” para simular arremetidas contra millonarios que, según él, se amparan en privilegios para pisotear leyes e instituciones, “amañándolas a su antojo”.
Estos personajes antagónicos son un manejo político que apela a las emociones de sus oyentes a partir de la confrontación de clases sociales, con una señora que cuenta cada colón para subsistir y poderosos que acumulan millones a costa de corrupción e instituciones estatales.
En río revuelto, ganancia de pescadores. Sin mucho esfuerzo, solo con hablar, Chaves saca provecho a estas diatribas para situarse mejor en las encuestas.
Pero como todo tiene un final, “la señora de Purral” viene a menos, porque ya ni ella digiere la historia según la cual iban a bajarle el costo de vida, que ampliarían las becas a los escolares más pobres o generarían empleos a los desocupados. Es más, debe estar encerrada en su casa para evitar la ola de inseguridad y ya ni se apura a ver la charla semanal del mandatario.
Otra es la historia de los “ticos con corona”. Esta monarquía está más empoderada, y lo grave es que opera, soberanamente, en el reino. Los contratos publicitarios del Sistema Nacional de Radio y Televisión (Sinart) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) son la principal evidencia de que las coronas solo cambiaron de cabeza, y lo que no varió es la forma como manejan el dinero de las instituciones del Estado.
Hay que pregonarlo con megáfono. La plebe se informó de cómo comen de bien dentro del palacio gracias al buen olfato de una “prensa canalla” —otra de las figuras inventadas por Rodrigo Chaves para vilipendiar a los periodistas que no lo adulan—. Luego de investigar y documentar, fueron reporteros de La Nación los que comenzaron a exponer a los recién coronados.
Este es el beneficio que le da a un país una prensa independiente del poder: primero, denunciar y, segundo, recordarle sus promesas a un gobernante, más cuando ofreció quitar coronas a quienes se atrevieran a amañar el Estado.
Ingresó a La Nación en 1986. En 1990 pasó a coordinar la sección Nacionales y en 1995 asumió una jefatura de información; desde 2010 es jefe de Redacción. Estudió en la UCR; en la U Latina obtuvo el bachillerato y en la Universidad de Barcelona, España, una maestría en Periodismo.
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