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¡Ah, mi pobre amigo! En los linderos de su casa se instaló un galerón con veleidades de templo luterano. De un tiempo acá, su esposa se ha convertido en una virtuosa de la pandereta.


Obispo de una pequeña y adinerada iglesia protestante, jefe de campaña de Luis Guillermo Solís y hombre poderoso en la Presidencia. Este jueves acabó el episodio político del hombre que gozaba de plena confianza y amistad del mandatario. Mientras, el báculo con que se ordenó obispo sigue guardado junto a un sanitario en la sede de la Iglesia Luterana donde también tuvo sus decractores.