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El informe sobre Costa Rica fue presentado por el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, y el presidente de la República, Rodrigo Chaves. (Rafael Pacheco Granados)
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos entregó su más reciente diagnóstico del país y, como buena doctora, comienza por lo bueno. Resumo: nos recuperamos bien de la recesión que trajo la pandemia, las exportaciones han favorecido el crecimiento, la inversión extranjera directa es robusta, la situación fiscal ha mejorado, acumulamos resultados sociales notables, la generación eléctrica es limpia, la apuesta por la educación y formación sigue alta y con sustancial financiamiento y se ha mantenido la estabilidad política, “gracias a instituciones sólidas”.
Sin embargo, añade, padecemos grandes debilidades: el desempleo y la informalidad son altos, la participación laboral femenina está rezagada, hay dispersión de los programas sociales, la desigualdad aumenta, el crecimiento se desacelerará —por el menor consumo interno y externo—, estamos rezagados en educación —sobre todo, secundaria, infraestructura y conectividad—, falta más formación técnica y científica, el transporte público es muy deficiente y alto en emisiones de carbono, las cargas sociales pesan en exceso, la base tributaria es limitada y la solidez fiscal, insuficiente.
Como con cualquier visita médica, muchos de los pros y los contras los conocemos de antemano, pero poco hacemos para afrontar los males crónicos. Por esto, la guía contenida en el informe es clave para cambiar nuestro “estilo de vida” económica, social, política e institucional.
Entre las recomendaciones de la OCDE, destaco estas: respetar la regla fiscal, contener y mejorar la calidad del gasto público, hacer progresivas e incorporar a una base tributaria más amplia parte de las cargas sociales, impulsar la competencia, desplegar un sistema de transporte público “seguro, eficiente y ecológico” (¿recuerdan el tren eléctrico?), reorganizar y focalizar mejor los programas sociales, transformar la matriz educativa y superar sus enormes rezagos, desarrollar infraestructura física y digital (banda 5G), extender los beneficios del comercio internacional a toda la población. Es decir, reducir brechas.
¿Seremos capaces de cumplir? Nuestro acervo de recursos humanos, institucionales y productivos me lleva a responder que sí. El gran reto es articularlos con buenas políticas públicas. Aquí, la prognosis no es buena. Aún necesitamos mucha inducción.
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