Cerdo mechado que probé en Tibás está para un cómic de ñangazos

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Cuando almorcé un sánguche de cerdo mechado y ensaladita de repollo, a la vuelta de La Nación, supe que tenía que contarlo. Más aún por la salsa y los camotes fritos que acompañaban el plato.

Diálogo:

—Ñan, ñam, mmm, ñom-ñom—, exageraba al comer.

—¡Qué! ¿Está bueno? ¿Le gusta?—, me preguntaba Natalia.

Yo terminaba de masticar mi primer bocado de la forma más incrédula al tiempo que preparaba mi respuesta.

—Ñom-ñom... ¿Por qué no me recomendó este sánguche la vez que hice la reseña acerca de su restaurante?—, hablé con la boca medio llena.

—Diay, no sé. Es que, por dicha, Melissa y yo tenemos mucha comida que ofrecer. No sólo postres.

—¡Qué bárbaras! Eso no se hace—, les dije admirado y en son de broma a las propietarias de Golden Sugar, local que está a la vuelta de La Nación, sobre calle Central.

Aquellos golpes entre el sánguche y mis dientes eran particulares porque realmente trataba de entender su composición, texturas, aromas y demás.

Prestaba mucha atención al crujir de mis bocados y al sonido de mi voz cuando hablaba.

Si los puñetazos se han exagerado y se les han creado palabras cuya forma fónica imitan el sonido de aquello que las representan, ¿por qué no hacerlo con los ñangazos? Que por cierto, ‘ñangazo’ debe provenir del sonido ‘ñamm’ que generamos al momento de alimentar a un bebé.

Y así fue:

‘¡Crash!’

Primera onomatopeya de las historietas de Batman y Robin que recuerdo y asocio al morder el crujiente y recién salido pan de cerveza del horno.

No duele ni raspa el cielo de la boca.

‘Boff!’

La segunda imitación de sonido se produjo cuando mis dientes llegaron a la jugosa y deliciosa carne mechada.

Una suavidad indescriptible que salta al aire como lo hacían tan graciosas palabras de impacto en la introducción de la serie protagonizada por Adam West en la década de los sesenta.

Estos ñangazos resucitan lenguas dormidas y dan con el sabor umami tan deseado.

¡Rayos y centellas!

No sólo se trataba de sánguches. Esta preparación llamada “pulled pork”, en inglés, también sorprende en gallos con tortillas de harina, cáscaras de papa rellenas o en los infaltables nachos Tex-Mex.

Como en este sitio abundan personajes de caricaturas, animés, películas, libros o la mezcla de ellos, había escrito que los postres de Golden Sugar solo se ven con el corazón, ya que lo esencial es invisible a los ojos, en referencia al amor de las hermanas Vega Soto por la lectura de El Principito, al trabajo y a su familia.

Las bebidas son obras de arte y las prepara Natalia por lo que ella ha visto en otras latitudes, películas o libros. De la comida se encarga Melissa.

Para terminar el antojo, aquí les dejo un video que hice en julio de 2019 y algunas fotografías recientes del lugar y su comida:

Video:

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Fotos:

Fin.

En Instagram acostumbro subir fotos y videos relacionados con comida, árboles, animales, deportes y naturaleza. Algunas de ellas terminan convirtiéndose en publicaciones de este blog.

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