Un amable lector me escribe lo siguiente: “Hablando con un buen amigo español topamos con un caso muy extraño de una palabra comúnmente usada de forma oral, pero que al parecer no se puede escribir.
La palabra en cuestión sería el imperativo de salirle . Mi amigo envió la consulta a la RAE y esta fue la respuesta que recibimos: ‘En relación con su consulta, le remitimos la siguiente información: La interpretación forzosa como dígrafo de la secuencia gráfica ll en español hace imposible representar por escrito la palabra resultante de añadir el pronombre átono le a la forma verbal sal (imperativo no voseante de segunda persona de singular del verbo salir ), oralmente posible si, por ejemplo, ordenáramos a alguien salir al paso o al encuentro de otra persona aludida con el pronombre le : [sál.le al páso], [sál.le al enkuéntro].
Puesto que los pronombres átonos pospuestos al verbo han de escribirse soldados a este, sal + le daría por escrito salle , cuya lectura sería forzosamente [sá.lle], y no [sál.le]’.
Lo que nos deja un tanto perplejos es que realmente no haya forma de escribir una palabra. Me gustaría saber cuál es su opinión al respecto” .
La respuesta que usted recibió de la RAE es literalmente lo que sobre el particular expone la nueva Ortografía de la lengua española (página 174, 6.5.2.1.1).
Yo pienso que este es quizás el único caso pues se trata de una forma irregular del verbo salir ( sal , 2.ª persona tuteante del singular del imperativo). Si este verbo, salir, fuera regular, esta forma no sería sal , sino sale , con lo cual no habría problema: sálele al encuentro o al paso . Igualmente no hay dificultad para el hablante voseante (como en Costa Rica): salile al encuentro o al paso .
No obstante, según mi criterio, no es posible que exista en nuestro idioma (ni en ningún otro) palabras o frases que puedan expresarse oralmente, pero que sea imposible representar por escrito.
Es cierto que el imperativo sal (de salir ) con el pronombre personal enclítico le , da como resultado salle , palabra que coincide con un sustantivo de origen francés, apellido del santo fundador de la Congregación de las Escuelas Cristianas (La Salle).
Naturalmente, nunca va a existir ningún riesgo de anfibología o ambiguedad. Tu hermano regresa de La Salle; salle al encuentro .
Corresponde, desde luego, a la Real Academia Española resolver con sensatez este caso.
¿Por qué no escribir, pongo por ejemplo, sal-le , sal/le ... o, por último, dejar salle para que sea el mínimo sentido común del lector el que decida?