Aun cuando no esté cuidando la línea, excederse en las bebidas azucaradas, los pasteles y caramelos parece tan poco saludable como abusar de frituras y carnes rojas.
Los investigadores de la Universidad de Emory y de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en Atlanta (EE. UU.), entrevistaron a más de 6.000 adultos, a quienes se les pidió describir en detalle todo lo que habían comido en las últimas 24 horas.
Así pudieron determinar qué porcentaje de su ingesta calórica correspondía a “azúcar añadida”; es decir, la que se agrega a los alimentos durante el procesamiento, la cocción o al comerlos.
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que las personas obtengan, del azúcar añadida, no más del 10% del total de calorías diarias recomendadas.
El estudio, que se publica en la revista JAMA, reveló importantes diferencias en los niveles de triglicéridos y colesterol bueno entre quienes consumían poca azúcar y los más inclinados a lo dulce.
Así, quienes obtenían el 25% o más de sus calorías a través del consumo de azúcar añadida, tenían los rangos de colesterol bueno o HDL más bajos (47,7 mg/dL) en comparación con los que solo recibían un 5% o menos de aporte calórico de estas azúcares, cuyo colesterol bueno era en promedio de 58,7 mg/dL.
Lo ideal es que el nivel de colesterol bueno sea superior a 40 mg/dL en el hombre y 50 mg/dL en la mujer.
Entre quienes ingerían la mayor cantidad de azúcares añadidas, los triglicéridos eran 114 mg/dL, en comparación con 105 de quienes consumían menos azúcar.