El cantautor colombiano Santiago Cruz bautizó de una manera muy particular a su último álbum de estudio. El nombre del disco es un homenaje a su niño interno, a sus raíces personales y artísticas, y a sus hijos: Trenes, aviones y viajes interplanetarios se llama la obra.
En este material, que vio la luz en octubre del año pasado, pero que presentó recientemente en Costa Rica, el artista se dejó encantar por la magia de Brasil y allá fue a donde decidió grabar el producto. Sobre los temas y su reencuentro habló el compositor con Viva :
Después de trabajar tres discos con el español Nacho Mañó, decidió hacer este álbum en Brasil, ¿por qué?
Me puse bajo la tutela de dos maravillosos músicos como lo son Mario Caldato Jr. y Alexander Kassin; ellos decidieron grabar allá con músicos brasileros y eso le dio el sabor que yo buscaba en la producción.
Lo grabaron músicos brasileños también...
Efectivamente, pero eso no quiere decir que sea un disco de bossa nova o samba pero la energía de los lugares a donde uno graba se mete y permea en el disco aunque sea más rock -pop.
¿De dónde viene la historia del nombre del álbum?
En mi casa había una enciclopedia infantil que me ofreció mis primeros conocimientos, de ella mi tomo favorito llevaba ese título y, de alguna manera, cuando volví a vivir en mi pueblo Ibagué recordé esa infancia y, además, también me inspiraron mis hijos. Era la manera perfecta de marcar las canciones que escribía en ese momento y que estaban condimentadas con el regreso a casa y la libertar de la infancia.
¿Qué quería expresar tanto en la música como con la letra en el material?
Musicalmente, es una formación básica con guitarra, bajo, batería y teclados. Amé que no hay programaciones y que todos los instrumentos fueron tocados por un ser humano. Con respecto a las letras, todas muestran mi punto de vista sobre la vida, relaciones personales, asuntos de pareja, de ciudad, y existenciales; de alguna manera es un punto de vista que como cantautor es lo que busco y que esté cargado de autenticidad.
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¿Es este disco una reafirmación suya como cantautor?
Creo que sí. De alguna manera –a medida de que uno crece como ser humano– se siente más cómodo con cosas de uno mismo y cuestiona otras; ese cuestionamiento nunca se acaba y en esa comodidad también te arriesgas a tomar cierto tipo de decisiones y saltos al vacío que, en mi caso, están plasmados en el disco.
¿Esas decisiones también van enfocadas en sensibilizar al público con su trabajo?
Lo que uno espera es que las canciones no pasen de lado y que de alguna manera se quede algo en quien las escucha. Insisto en que la intención primordial es decir yo algo y lo hago a través de la música. Creo, firmemente, en el poder de la palabra hecha canción y creo que nada nos pasa de largo, todo se queda de alguna manera.
¿Cómo se sintió trabajando con algunos colaboradores en la composición, ya que sé que no se sentía a gusto con eso?
Mientras más seguro estás de quién eres es más fácil abrir la puerta para que entre alguien. En este caso trabajé con grandes artistas cuyo aporte fue muy enriquecedor.