Uno suele recordar que el acordeón lanza unos colores musicales que son hijos del viento. Creemos que ese sonido “soplado” es su marca; pero después del concierto de la Orquesta Juvenil de Acordeones de Baden-Württemberg, uno se da cuenta de que en realidad ese sonido es tan solo su estereotipo.
Los asistentes al recital del sábado en el Teatro Nacional disfrutamos de la conocida personalidad sonora del instrumento. Sin embargo, también percibimos su capacidad para generar la sensación de sonidos tintineantes, de instrumentos de bronce o incluso de la gravedad de una cuerda tensada. ¿Cuál fue la lección aprendida? El acordeón no es un solo instrumento, es un camaleón.
La velada estuvo a cargo de 29 muchachos que viajaron desde Baden-Württemberg, uno de los 16 Estados de Alemania, y sus interpretaciones estuvieron guiadas por la mano de la directora Silke D’Inka .
Variado. El repertorio de la noche estuvo salpimentado con algunas piezas expresamente escritas para acordeón, como Cinco bosquejos (1975), del alemán Jürgen Ganzer, o la composición más cercana a nuestros días Keniade (2000), de Fritz Dobler.
Las notas latinoamericanas vinieron con el maestro mexicano Arturo Márquez, con su Danzón N.° 2 (1994), y con los argentinos Alberto Ginestera y Ástor Piazzola. Durante la pieza del primero, la danza final de la suite Estancia op.8 (1941), los músicos no guardaron entusiasmo: zapatearon, bailaron y los acordeones bajos incluso aderezaron la fiesta soplando espantasuegras. La pieza Adiós Nonino , de Piazzolla, fue la más aplaudida de la noche, y tuvo su estrella en el concertino Matthias Matzke.
También estuvieron presentes el ruso Dmitri Shostakovich, el austriaco Johann Strauss y el francés Georges Bizet, quienes compartieron repertorio con una nota poco convencional: la pieza Pokemon (sí, la composición para la serie de anime ), del japonés Junichi Masuda. Los muchachos, incluso, se levantaron al final de la interpretación al grito de “¡Picachú!”
Así se vivió la penúltima noche de 23.° Festival de Música Credomatic, con una orquesta casi monoinstrumental, complementada con un percusionista y con un par de electroniums , instrumento adaptado del acordeón y que tiene un sintetizador de sonidos y un amplificador externo.
Al saber que escuchará una orquesta de acordeones el espectador bien pudo esperar un recital de sonidos uniformes; más bien encontró una fiesta de matices complejos.