La cultura afrodescendiente ha dejado una huella invaluable en la idiosincrasia costarricense, que abarca una amplia gama de representación en la música, las artes, la gastronomía y hasta el deporte. Este viernes 31 de agosto es la oportunidad para festejar por todo lo alto el aporte de la comunidad negra a nuestro país gracias a la realización del tradicional Grand Parade, que se llevará a cabo como cierre de la vigésima edición del Festival de la Cultura Negra.
El desfile empieza a las 12:30 p. m., el trayecto sale del parque Asís Esna y finaliza en las instalaciones del correo de la localidad. La organización espera a más de 45 agrupaciones que recorrerán con su alegría, elegancia y sabor las principales calles de Limón centro.
De acuerdo con Margaret Simpson, miembro del comité organizador y directora de la Biblioteca Pública de Limón, en el desfile participarán grupos organizados de escuelas, colegios, iglesias, asociaciones e invitados internacionales de Panamá, Nueva York y Honduras.
“Es un desfile a la usanza caribeña y afro con mucha elegancia y colorido. Cada grupo que desfila se prepara desde mucho tiempo antes para tenerlo todo a tiempo y escogen sus trajes tras realizar una investigación profunda de las cualidades y cultura de cada representación”, explicó Simpson.
Este año, como es costumbre, habrá vestuarios que muestren la cultura de diferentes lugares como el centro, el norte, el sur y el noroeste de África, así como distintivos de tribus de Namibia, Ghana y Jamaica.
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“Parte de la intención es que el público conozca sobre la historia y la cultura de diferentes tribus, de nuestras raíces”, agregó Simpson.
Para el gran desfile, los grupos se preparan intensamente para dar lo mejor de sí y cuidar hasta el mínimo los detalles. Este es el caso de Nefertiti, una agrupación que contará con sus más de 150 representantes caminando por el recorrido.
Nefertiti tiene 18 años de participar en el Parade. Este año tendrán diferentes cuadros en el desfile, así lo confirmó Rhona Johnson miembro de esta agrupación limonense. “En Nefertiti hay subgrupos, cada uno escoge su estandarte y hace una representación especial. Los trajes son magistrales”, comentó.
Otro ejemplo de la emoción por ser parte de este festejo es el equipo conformado por personeros de la escuela Atilia Mata Freses (conocida como la escuela de San Juan) que participan por primera vez en el Parade.
La institución celebra 50 años de su fundación y por eso son invitados especiales a la fiesta de la cultura negra. “Contactaron a varias personas que hemos sido parte de la escuela a lo largo de los años y muchos nos sumamos al desfile con emoción”, comentó Andreas Cordero, originaria de Hone Creek y quien trabajó en la escuela hace poco más de 18 años.
El grupo ha estado ensayando sus pasos de baile desde hace dos meses, también tienen listo su atuendo especial que les hizo una costurera de la zona.
“Para mí es el espacio más importante que existe para manifestarnos como limonenses, como afrodescendientes; porque el resto del año estamos como olvidados. Cuando llega la fecha el Parade es nuestro momento para decirle al país aquí estamos, somos una población que aportamos mucho a la cultura y al crecimiento de Costa Rica. Queremos recordarles y mostrarles que tenemos nuestras cualidades distintivas y que celebren con nosotros. Queremos que vengan de todo el país”, dijo Cordero.
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Una fiesta completa
El Grand Parade es una fiesta en todos los sentidos: hay gala, cultura, orgullo, música y, por supuesto, no puede faltar la deliciosa comida para los invitados que llegan de diferentes lugares del país.
En los alrededores del recorrido, las sodas y restaurantes tendrán a la venta platillos autóctonos elaborados bajo el lema Back to the Roots, esto quiere decir que se podrán disfrutar sabrosas recetas tradicionales como el rondón, la sopa de mondongo o el jaquí con bacalao; eso sí, no pueden faltar los conocidos pati, el plantinta y el rice and beans. Pero también estarán a la venta deliciosos postres como el pudín de yuca y la famosa cocada; además de bebidas como la hiel, el ponche de algas, el chicheme y la flor de jamaica.
“Estos platillos son complicados de hacer, por esa razón no suelen conseguirse fácilmente. En el Parade es el momento justo para buscar el mejor lugar para comerlos”, explicó Margaret Simpson.
Sin música no hay fiesta, así que la animación con sonidos tan particulares como el calipso o la socca también serán parte del ambiente del desfile. A cada grupo lo acompaña una tumbacocos con canciones tradicionales de estos géneros.
En el caso de la música en vivo, los jóvenes y niños del Sinem del CUN de Limón serán los encargados de interpretar canciones alusivas a la defensa de la tortuga. Los muchachos elaboraron también una carroza y ejecutarán coreografías de danza caribeña.
El desfile finaliza a eso de las 6 p. m., al cierre habrá conciertos de calipso y música latina.
Como bien lo dijo la señora Marcelle Taylor, coordinadora general del festival, en entrevista con La Nación, la idea es unir –además del componente caribeño– a las demás etnias que se viven en la provincia: blancos, chinos, criollos y negros, todos por igual.
“A través de estos 20 años, nuestro objetivo y filosofía ha sido siempre ir hacia el rescate de la cultura y de nuestros valores; de ahí que durante estos años, todas nuestras actividades han tenido ese componente de hacernos volver a nuestras raíces, con actividades para niños, niñas, jóvenes y adultos, y en general con la comunidad limonense”, destacó Taylor.
Así las cosas, al colorido criollo se suma el aporte de otras culturas que conviven en la provincia limonense.
El Grand Parade es un reconocimiento no solo a la tradición sino una manera de que el orgullo del afrodescendiente contagie al resto del país.