Santa Teresa es uno de esos destinos caprichosos que tiene nuestro país: quien la conoce difícilmente puede negarse a regresar; pero primero debe superar su incómodo acceso. Se trata de un pueblo rural como cualquier otro de Costa Rica, con estrechas calles empolvadas. Eso sí, con una playa de arena blanca bañada por el mar Pacífico, con unas olas cuyo tamaño embelesan a turistas amantes del surf y alguno que otro famoso actor de la pantalla grande.
Encallado en el pie de la montaña se encuentra el hotel Trópico Latino. Un oasis de vegetación, tranquilidad y descanso.
Los búngalos y suites fueron construidos con madera y se encuentran rodeados de exhuberantes jardines tropicales. Por dentro son cómodos y elegantes, sin caer en el lujo innecesario. Cuentan con baño propio, ventiladores y minibar.
Algunas de las habitaciones ofrecen vista al mar. Quien realmente busca el descanso agradecerá disfrutar del atardecer desde su pacífica terraza, mientras disfruta un coctel.
Las habitaciones se encuentran conectadas con caminos de piedra, rodeados de jardines y plantas nativas de la zona.
El Trópico cuenta con acceso directo a la playa de Santa Teresa, activa desde que los primeros rayos de sol tocan el mar, por lo que antes del desayuno se puede ir a caminar, surfear o simplemente sentarse a disfrutar de la brisa.
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Quienes prefieren algo más tranquilo pueden disfrutar de la piscina ubicada frente al restaurante principal, que por las noches se convierte en un espacio mágico gracias a su iluminación.
Sana cuerpo y alma
Además de los amantes del surf, Santa Teresa se caracteriza por ser un destino de yoguis; y el Trópico no es la excepción. Cada día ofrecen clases de yoga frente al mar en dos terrazas diseñadas exclusivamente para este fin.
Pero el descanso de la playa no estaría completo si no nos dejamos chinear, y qué mejor forma de hacerlo que en el spa.
“Yoga & Spa Natural” funciona justamente bajo esa línea de lo natural, local y autóctono. Todos los productos que emplean son amigables con el ambiente, de empresas responsables y con ingredientes orgánicos.
Todo cambia al entrar a la Casita, una estructura de madera con amplias ventanas cubiertas con sedas, que dejan pasar estrictamente la luz necesaria para poder realizar los tratamientos que requieren privacidad.
El aroma del coco fresco y el azúcar moreno envuelven la habitación al tiempo que abrazan la piel para generar a su paso una exfoliación profunda. Las manos suben, bajan, generan círculos… todo para preparar el terreno para el siguiente paso: las envolturas, cuyo fin dependerá del producto que se utilice.
Por ejemplo, el gel de algas ayuda a revitalizar la piel, reducir celulitis y aumentar el tono; la arcilla volcánica ayuda a restaurar el equilibrio de la tez; para quienes se han expuesto mucho al sol se recomienda elegir una de pepino, sábila y lavanda, estos tres ingredientes generarán un choque de temperatura y calmará el calor.
Luego de una cobertura de papaya, zanahoria y miel el cuerpo es envuelto en una sábana térmica que ayuda a absorber mejor las vitaminas y betacarotenos de la mezcla. Son 20 minutos en los que el cuerpo se relaja, no queda más que escuchar el mar a lo lejos, el sonido de las aves y las copas de los árboles moverse. Es momento de desentenderse y enfocar sus pensamientos en lo que ahí está viviendo.
Una ducha y a movernos. El siguiente spot son las cabinas frente al mar para realizar masajes, no hace falta música de fondo o poner una cascada en el oído para dar el punto de partida. El entorno es perfecto, la naturaleza se vuelve parte de la experiencia y regala un poco de su energía para salir de ahí completamente renovados.
De verdad que vale la pena invertir una par de horas en uno mismo frente al mar. Recargar baterías y prepararse para disfrutar del atardecer.
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Trópico Latino, Tel.: 2640-0062 , Ubicación: Santa Teresa.