Cuando escuchamos hablar de República Dominicana por lo general nuestra primera imagen en mente es el mar Caribe, que no está nada mal. Sin embargo, su Ciudad Colonial merece más que una oportunidad para visitarla.
Su centro histórico está ubicado en el corazón de Santo Domingo, ahí se concentra la mayor parte de monumentos y edificios que uno tras otro cuentan un poco de su pasado. Para 1990 esta zona fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Se que cree fue la primera ciudad europea en el Nuevo Mundo. De hecho, se dice que fue la primera en América en tener una Catedral Católica, un monasterio, un acueducto, un hospital y un palacio Virreinal.
Esa ventaja en sus inicios no se mantuvo con el tiempo. Ataques de piratas, luchas civiles por obtener independencia y desastres naturales han obligado a sus habitantes a salir una y otra vez de las cenizas, valorando aún más sus raíces.
Nuestro recorrido por la historia de la isla inició en la Fortaleza Ozama, un muro que rodea la ciudad, construido en 1502 por los españoles y que en su mayoría permanece en pie. Muy cerca se ubica la calle de las Damas, la primera en construirse en ese país y se extiende hasta la plaza España.
Es fácil perder la noción del tiempo en aquella ciudad. Cada espacio tiene una historia que contar: el Alcázar de Colón, la Catedral de Santo Domingo y un gran número de edificaciones del siglo XVI.
La calle del Conde es la única calle peatonal de esa ciudad. Inicia en el parque de la Independencia y concluye al topar con la Fortaleza Ozama. Sobre esta vía a la altura de la Plaza de Colón se encuentra una seguidilla de locales donde se puede comer rico. Además, justo ahí se encuentra la fábrica de tabaco Caoba, reconocida por la elaboración de cigarrillos artesanales.
No se puede ir de la Ciudad Colonial sin visitar el Museo del Ámbar, igual sobre la calle del Conde. Esta piedra preciosa es extraída de la tierra donde fue enterrada hace millones de años. Se trata de una resina de árbol que al caer al suelo arrastraba consigo lo que topase en el camino.
De hecho, nos explicaron que el ámbar dominicano es mucho más claro que otros y es el que registra mayor número de fósiles en su interior. Se cree que un ámbar de estos puede llegar a tener unos 40 millones de años de antigüedad.
El museo, además de exponer piezas únicas, cuenta con salas temporales y en ocasiones con artesanos que trabajan la piedra. Asimismo, dispone de una tienda perfecta para adquirir algún regalo en especial joyería con ámbar y larimar, un mineral azul que también es único de República Dominicana.
Se cree que el larimar aporta calma, equilibrio, genera serenidad y amor a su entorno.
El recorrido por esta zona no puede estar completo sin visitar el Museo del Ron y la Caña, un espacio pequeño donde se explica la producción de este licor, su historia y se puede degustar. Este museo produce y comercializa su propia bebida y la evolucionan al mezclarla con otros ingredientes como la canela o la vainilla. Eso sí, tenga en cuenta que únicamente se acepta efectivo.
Muy cerca queda el Mercado Modelo, un sitio donde venden artesanías y recuerdos de la isla. Pero al decir verdad su principal atractivo radica en la explicación de cómo se elabora la “mamajuana”, una bebida propia de los dominicanos y a la que se le atribuyen efectos medicinales (principalmente en cosas del amor).
Para elaborarla se necesita una botella vacía a la que se le incorporan hojas, raíces endémicas y en algunos casos mariscos. Luego se bañan en vino tinto, unos chorritos de ron y un poco de miel.
La mezcla se deja fermentar entre siete y diez días. El resultado es una bebida suave al paladar, muy aromatizada y dulce, que invita a tomarla una y otra vez.
Si bien antes era una bebida casera, ahora es posible encontrarla en algunas tiendas lista para beber.
Nos despedimos de aquella ciudad capturada en la historia y en cuestión de minutos arribamos a nuestro hotel, el Courtyard de Santo Domingo. Un sitio con todas las facilidades que requiere para descansar luego de conocer esta ciudad.
Entre sus beneficios está la posibilidad de que ellos mismos coordinen su tour por la zona antigua y de sus servicios destaca la lavandería gratis, todo un plus para quienes tienen estancias largas con poco equipaje. Obviamente cuenta con servicio de restaurante y piscina.
¡Anímese a descubrir Santo Domingo!