Pasar una mala noche por no lograr dormir bien tiene consecuencias en la concentración similares a las sufridas tras tomar más de un par de bebidas alcohólicas.
Para intentar recuperar la coordinación y cognición, seguramente piensa en un café como primera alternativa, y lo hace con toda razón. Decenas de investigaciones demuestran que la cafeína en una dosis de entre 30 y 300 miligramos mejora la atención, el estado de alerta, el tiempo de reacción y el estado de ánimo, especialmente cuando estamos cansados.
En promedio, una taza de café contiene entre 80 y 100 miligramos de cafeína.
Por otra parte, el realizar ejercicio también le aporta lo necesario para reponerse, aunque esté cansado. Lo bueno es que no necesita mucho tiempo: una corta sesión de ejercicio cardiovascular acelera los procesos mentales y mejora el almacenamiento y la recuperación de la memoria.
Entonces, ¿debo hacer ejercicio o ir a tomar café?
Una publicación realizada por la Universidad de Harvard afirma que un reciente estudio comparó estos dos métodos para lograr despertarse y descubrieron que solo 10 minutos de subir escaleras aumentan los niveles de energía auto-reportados mucho más que una dosis moderada de cafeína (50 gramos).
La ingesta regular de cafeína se asocia con menor riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión arterial y obesidad, pero puede aumentar el colesterol.
Puede ser protector contra ciertos tipos de demencia y cáncer, pero se ha asociado con pérdida ósea y artritis reumatoide. Básicamente, hay muchos beneficios, pero parece que hay algunos riesgos también.
Pese a sus beneficios, múltiples estudios sugieren que el ejercicio tiene más efectos positivos duraderos sobre la condición física, la cognición, el estado de ánimo y el comportamiento. Sucede así en todas las edades, niveles de condición física e independientemente de la función cognitiva básica.
Algunos de los mayores beneficios se han visto en los pacientes de más edad, así como los pacientes en riesgo o diagnosticados con demencia.
Entonces, la cafeína puede proporcionar un impulso en el estado de alerta y los niveles de energía pueden ayudarle a pensar más rápido y mejor, por un tiempo. Sin embargo, una breve ráfaga de ejercicio puede hacer lo mismo y por más tiempo.