Cuando un gran jazzista muere se hace un gran silencio. No en duración ya que este puede ser breve o muy extenso. Eso da igual. Se trata, eso si , de un intenso y profundo silencio; de esos que produce la magnificencia de un acontecimiento, rotundamente nuclear, absorbente en su esplendor y ostentoso en su universalidad.
Estoy más que seguro que para la legión de seguidores del pianista Chick Corea, lo anterior define muy bien lo que sentimos con la noticia de su muerte. Sin embargo, nadie más consciente de lo efímero en esta vida que un músico de jazz o un amante de este género musical. Y no por efímero superficial. Cuando la principal característica del jazz es la improvisación se aprende apreciar el valor del instante y el sabor de su recuerdo. Durante el próximo minuto el músico ejecutará una frase, única e irrepetible, que tendremos que recordar por siempre y así minuto tras minuto. He aquí lo bello y trágico, a la vez, del jazz. En cierto modo esto es lo que nos prepara para asumir el fallecimiento de un notable con una extraña mezcla de sentimientos y sensaciones donde la tristeza se acompaña con admiración, agradecimiento y, aunque puede ser extraño, satisfacción. No por su muerte sino por lo que nos permitió conocer y sentir durante su vida.
Esta es mi historia personal con la música de Chick Corea. Espero con esta nimiedad rendir un tributo a su memoria y, de paso, recordar a algunas personas con las que he tenido alguna anécdota importante.Todo empezó una noche en el apartamento de Luca Bentivoglio en las inmediaciones del Parque España. Ambos integrábamos el grupo de teatro Tierranegra que bajo la dirección de Luis Carlos Vasquez ha sido sustancial en la historia cultural del país. Luca tenía una colección de discos impresionante en aquellos años 70, más por su calidad que por su cantidad. Ahí escuché Light as a feather (Polydor 1872). Puse el disco unas tres veces para poder asimilar esa nueva música que por primera vez entraba por mis oídos.Ciertamente había mucho jazz pero también cantidad de elementos provenientes de la “clásica” y salpicaduras del “bossa”, ornamentos del latin jazz y algunos cuantos granitos de rock y sobre todo de algo que en ese momento no pude procesar bajo ningún nombre. Tiempo después entendí que se trataba del estilo o lenguaje propio del pianista , su aporte a la historia del jazz y a la música en general.
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Cuando fui parte del grupo de productores fundadores del Sinart, en Radio Nacional, tuve mi segundo encuentro trascendental con la música de Chick. Este llegó de las manos de Emiliano Arriaga Moreno, hijo mayor de doña Graciela Moreno, legendaria directora del Teatro Nacional. Emiliano me hizo escuchar My Spanish Heart ( Polydor 1976), una brillante obra que el músico dedicó a las influencias de la cultura iberoamericana en su modo de ver la vida. A partir de esos dos discos no tuve la menor duda de que estaba escuchando música de una gran trascendencia y exquisita en el repertorio del jazz mundial. De hecho es una de sus producciones más vendidas y de ahí surge uno de los temas de mayor recurrencia en la lista de obras más ejecutadas por otros jazzistas (me refiero al tema que da título al disco). De esos tiempos también vienen a mi memoria No Mistery (1975), The Leprechaun (1976), Secret Agent (1978), Friends, The Mad Hatter (1978), todos bajo el sello Polydor. Fue una época en la que, por cierto, me inicié en el catálogo ECM, definitivamente mi sello discográfico favorito, y en el que me topé con el otro disco de Return to Forever (1972).
Faltaba poco para otro encuentro trascendental. Este llegaría con el periodista y crítico de Artes Plásticas Juan Carlos Flores Zuñiga. Con él tenía sesiones de conversación en torno a literatura, cine, danza y música, por supuesto. Me hizo escuchar Delphi (Polydor 1979), además de sus improvisaciones al piano y la maravilla de sonidos que produjo junto al vibrafonista Gary Burton. A esta altura de mi historia Chick Corea era el músico contemporáneo más importante en mi crecimiento como melómano declarado. Era el momento de salir a profetizar bajo su nombre.
Hice mi primera incursión en la radio comercial cuando me permitieron producir un programa de smooth jazz en Arpegio, una emisora del grupo de frecuencias que dirigían los Hermanos Bazo. Fue ahí donde conocí a Alfredo “Chino” Moreno, quien me reveló la experiencia de Chick con Miles Davis. A partir de ese momento empezó una larga jornada de búsqueda de los discos anteriores a todo lo que había escuchado hasta el momento. Eran tiempos de acetatos y cassettes. Los días eran más lentos. Los amigos más constantes y cotidianos acudían siempre a la primera puesta en el tornamesa del nuevo disco adquirido de Chick Corea. Era un ritual.
A finales de la década de los años 80 junto a Ricardo Junco y Jorge Woodbridge se nos ocurrió adquirir la frecuencia 99.9 en FM y convertimos a Stereo Azul en la primera radio dedicada a programar jazz en este país. Sucede, entonces, un nuevo encuentro con la música de Chick. Se trataba de algo tan diferente a lo que ya le conocía que reconozco me sorprendió tanto como lo que escuché aquella noche, por primera vez quince años atrás. Con la Elektric Band una nueva generación de seguidores aumentó la legión Corea. Cómo disfruté las reacciones que este nuevo sonido provocaba en mi asistente Etty Kauffnan y en Melvin Cordero, técnico de grabación de la radio. Así, como ellos, una gran cantidad de jóvenes empezaron a integrar la obra musical de Corea en sus vidas. El pianista y compositor se convirtió en un referente.
Una década después conocí a tres chamacos de impresionante talento para quienes la Ekektric Band era uno de sus evangelios musicales. Me refiero al pianista Luis Alonso Naranjo, al bajista Nelson Segura y al baterista Kin Rivera Jr. Eran un trío de jazz antes de convertirse en el grupo Escats con el que han escrito uno de los capítulos más importantes en la historia del pop nacional. Con ellos nunca terminé de aprender. Prestaba atención escolar a todos sus comentarios sobre Chick, John Patitucci y Dave Weckl, integrantes del nuevo proyecto del señor Corea, la Akoustic Band (GRP 1989). Es innegable la contundencia y hegemonía en la escena mundial de ambos proyectos. En mi opinión estos dos formatos son los responsables de redireccionar la atención del mundo hacia una nueva apreciación de la música. Se trata de un antes y un después.
Debo compartir aquí un dato más que curioso, insólito. Cada uno de los músicos integrantes de la Elektric y la Akoustic Band realizaron presentaciones como solistas en nuestro país. Por tanto, los nombres de John Patitucci, Frank Gambale , Dave Weckl Eric Marienthal y desde luego, Chick Corea pasan a la historia local como los únicos en haber hecho algo así.
El planeta entero se digitalizó. Cambió el ritmo de vida. Todo se hizo más accesible con un par de clics y la soledad informática y tecnológica nos absorbió. Hoy día escuchar un disco es muy fácil pero en solitario. Puedo entrar a la discografía de Chick Corea en cuestión de minutos. En discogs.com, para citar un sólo ejemplo, se me despliegan 268 páginas con todas sus grabaciones. Es asombroso. La velocidad con que llegan las experiencias digitales y la diversidad que me ofrece Internet dispersan mi atención y me sorprende el comentario de Roberto Antillón, guitarrista de jazz y profesor de música: “Chick Corea padece de obesidad casi mórbida”. Estuvo en uno de sus conciertos y lo consternó verlo así. Basta encontrar una fotografía de esos años y nos sucederá lo mismo.
La última vez que escuché a un tico hablar de Chick fue a José “Chepe” González, uno de los pianistas más relevantes de nuestra escena de música popular. Esto fue hace unos meses. Chepe es el arreglista del nuevo material del cantautor nacional Álvaro Fernández, compositor del legendario disco Compadre. En una producción que se realizó para ser transmitida por el Canal UCR ( Canal 15 ) de este nuevo material, él resaltó a Chick como una de sus principales influencias. El suspiro que acompañó su comentario enfatizó el recuerdo de su existencia.
Termino aquí compartiendo una pequeña lista con producciones extraordinarias:
Mozart/Corea/Guadalupe. Orquesta Concertgebown. Mikolaus Haunoncourt. Doble Concierto. Teldec 1989.
Bobby McFerrin y Chick Corea. Blue Note 1992.
Burton, Corea, Metheney, Haynes,Holland. Like Minds. Concorde Récords 1998.
Chick Corea, Miroslav Vitous, Roy Haynes. ECM 1982.