Hace un par de semanas tuve oportunidad de escuchar la emisión del programa Oro y Grana, de Miguel Cortés, desde la Casa Presidencial, ocasión en la que, entre diversos tópicos de la actividad deportiva nacional, surgió el cuestionamiento de Cortés a la señora Alba Quesada, directora del ICODER, por cuanto el nombre de la Galería Costarricense del Deporte ha sido suplantado por uno de fantasía: “Salón de la Fama del Deporte”. Lo anterior de manera inconsulta y, en consecuencia, sin la debida autorización del Consejo Nacional de Deportes.
Se trata de una cuestión nominal que reviste una gran importancia, por supuesto. No obstante, aprovecho el tema que surgió en dicho espacio radiofónico, para llamar la atención de que, en realidad, los 130 miembros que integran la Galería Costarricense del Deporte desde 1969, año en que se fundó, permanecen en el olvido.
Fundamento mi afirmación en que no se promueve adecuadamente la visita del público nacional y extranjero a la Galería, que debería ser destino obligado de toda aquella persona que se interese en la historia de nuestro deporte y en la gesta de sus referentes en las distintas disciplinas y épocas.
Desde 1998 y hasta hace relativamente poco, estuvieron recluidos en una sala cerrada y oscura del Centro Nacional de la Cultura (CENAC). Y aunque se celebraban ahí reuniones sobre variados asuntos, los asistentes reparaban poco, o nada, en la permanencia de los ilustres personajes de las fotografías. Y actualmente, sobre el costado este de La Sabana, al borde de una calle de tránsito endemoniado, ni siquiera se puede leer con calma el rótulo de la falsa denominación que, con sólidos argumentos, cuestiona el director de Oro y Grana.
Lo cierto es que la Galería Costarricense del Deporte, como se llama realmente, es un claustro de las personalidades que ahí habitan. Este encierro se podría revertir si el ICODER organiza visitas programadas y permanentes con escolares, colegiales y ciudadanos en general, para que el legado de los forjadores prevalezca en la memoria colectiva. Tan distinguidos compatriotas merecen ser conocidos, objeto de estudio y aplaudidos por sus indiscutibles medallas.