En el editorial, comentamos hoy la reciente revisión del programa macroeconómico del Banco Central, donde se analiza el comportamiento de las principales variables macroeconómicas del país durante el primer semestre del año.
El documento contiene datos sobre el entorno internacional y el desempeño de la economía costarricense. Destacamos lo concerniente a las perspectivas de las tasas de interés y el déficit fiscal.
En Página Quince, Saúl Weisleder describe cómo la polarización y la agresividad recorren el mundo, ya no como un fantasma, sino como un huracán.
Dice Saúl, que cada vez hay menos sectores y personas que puedan servir de ejemplo a los demás y en ese mar de confusiones, los demagogos, más que los populistas, aunque así se les llame ahora, tienen el terreno fértil para lanzar sus redes. Le recomiendo la lectura.
La presidencia del G20, que Argentina asumirá en el 2018, es un desafío político y diplomático para ese país. En su artículo, "Promesa y peligro para la presidencia argentina del G20", Guy Edwards nos pone en contexto. Macri deberá enfrentar al presidente norteamericano, Donald Trump, y su agenda de "Estados Unidos primero", el "brexit", los muchos conflictos en Oriente Medio, los desastres humanitarios que se desarrollan en África y el deterioro de la situación en Venezuela, que podrían tener consecuencias desestabilizadoras mucho más allá de las fronteras nacionales.
En Foro, Walter Coto Molina se refiere al problema fiscal, de cómo Luis Guillermo Solís combatió el aumento de impuestos, luego minimizó el problema y, por último, hizo un anuncio que, según su criterio, fue alarmista y podría tener consecuencias graves para nuestra economía.
En su artículo "Un país que no se cree mediocre", el politólogo Ocliver Rojas Gómez escribe sobre un mal de los costarricenses: el estancamiento. "Mientras el mundo habla de resolver problemas y ejecuta, nosotros encontramos los problemas, celebramos los goles, seguimos acomodados viendo programas criollos mediocres, celebrando logros ajenos". Necesitamos innovación y una clase política con visión y que proponga soluciones, nos dice Ocliver.
En su columna Radar, Eduardo Ulibarri plantea la necesidad de utilizar bien los recursos girados a las instituciones. Las nuevas leyes aprobadas recientemente no tienen contenido presupuestario para ser aplicadas. ¿Qué hacer en ese caso? Ajustarse a las mutantes necesidades del país. Se lo recomiendo.
Lea también las Cartas a la Columna, donde nuestros lectores encuentran espacio para sus quejas y comentarios.
Si tiene sugerencias para la sección de Opinión, envíemelas a gmora@nacion.com.