Vivimos una época en la que se conjugan en el mundo la mayor crisis ambiental que hayamos enfrentado, la más grande crisis geopolítica desde la Segunda Guerra Mundial y una crisis financiera que obliga a replanteamientos en todos los planos de la economía global.
La pandemia destapó una realidad que ya no es posible obviar: nuestro sistema educativo está desfasado y no se corresponde con las necesidades actuales. No logra producir una población con capacidades acordes con la nueva realidad. El sistema educativo se convierte en motor de groseras formas de exclusión social entre quienes pueden pagar educación privada y quienes no.
Las transformaciones de la revolución digital repercuten en todas nuestras formas de interacción social, incluido el corazón mismo del capitalismo, que pasó de ser uno industrial a otro basado en el conocimiento, que utiliza como ejes centrales de propulsión las tecnologías de código abierto y la colaboración.
Estas transformaciones tienden a acelerarse con la aparición de la inteligencia artificial y crean una sociedad en cambio constante, que ha tenido que transformar todo lo relativo a las metodologías de administración de proyectos y la organización del trabajo hacia unas que tienen como común denominador la experimentación, iteración y mejora continua en ciclos cortos, en contraposición a la planificación excesiva a priori.
En Costa Rica, esas variaciones metodológicas permean muy poco en el sector público y privado, con una apropiación casi nula en el primero y muy tímida, en el segundo, y nunca fueron integradas en el sistema educativo. De manera que en este momento no solo nos enfrentamos a un mundo de crisis multidimensionales, sino también estamos rezagados en la formación profesional necesaria para responder con agilidad.
A esta circunstancia se suma también la emergencia ambiental, que nos conduce a alta velocidad hacia un planeta de cambios impredecibles para los que se requiere capacidad de adaptación, respuesta rápida e innovación en todas las áreas del quehacer humano para revertir los daños.
En esa área tenemos, por la riqueza de nuestra biodiversidad, un llamado a ejercer un liderazgo que sobrepase la poca velocidad de reacción de las autoridades internacionales. Se abren nuevas oportunidades en agricultura regenerativa y diseño industrial por biomímesis (inspirado en los patrones de diseño de la naturaleza), que ya utilizan consorcios industriales como Mercedes Benz y Airbus, y se tornan de máxima prioridad.
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Nuevas materias de estudio
Una educación a la altura de los tiempos y los retos que tiene Costa Rica para insertarse en este mundo como una sociedad funcional e inclusiva debe tomar en cuenta en todos sus niveles (primaria, secundaria y universitaria), según corresponda, áreas que han sido obviadas, como por ejemplo metodologías ligeras y ágiles de administración de proyectos, innovación y de emprendimiento, diseño y programación web, ciencia de datos, inteligencia artificial, redes blockchain, internet de las cosas, diseño de videojuegos y ciberseguridad.
También debe incluir pensamiento de diseño, diseño de experiencias de usuario, comunicación, mercadeo digital, análisis de datos, agricultura regenerativa y de precisión, diseño de sistemas regenerativos, diseño basado en biomímesis, medicina y herbolaria natural.
Si lo que se quiere es desarrollar un sistema integral que sea motor de nuestra propia transformación, tampoco deben descuidarse otras áreas que han sido históricamente menospreciadas y que tienen una influencia relevante en las carencias que tenemos hoy, como lo son la cultura, las artes, el deporte, la historia y el estudio de nuestra propia identidad.
Tampoco se debe seguir sin atender el injustificable retraso en instituir la enseñanza bilingüe, junto con bases sólidas de español y matemáticas. Contamos con universidades, cooperativas, centros de investigación tropical, actores de la sociedad civil y comunidades como las de programadores o de agricultores regenerativos que poseen experiencia de campo significativa en el desarrollo exitoso de proyectos.
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Modelos probados
Hay ejemplos muy valiosos, como el Centro de Tecnología y Artes Visuales, en formación de habilidades digitales, o la Asociación de Pequeños Productores de Talamanca, en exportación de cacao orgánico.
Algunas experiencias en pequeña escala en el cantón de Talamanca demuestran que los jóvenes de zonas excluidas tienen capacidad para insertarse en estas nuevas dinámicas de conocimiento. En el Colegio de Sixaola se imparten cursos cortos de programación y electrónica con la tecnología de la plataforma abierta Arduino, esfuerzo que en una segunda etapa permitió a los muchachos involucrarse en el diseño y ejecución de una estación meteorológica con tecnología abierta de bajo costo.
Cabe citar el caso del joven cabécar Roger Uva, quien como técnico en contabilidad pudo tener acceso por primera vez a la programación de software y que continúa estudios en línea de programación avalados por el Micitt.
Estos esfuerzos para obtener mejores frutos requieren continuidad y acompañamiento. Una reforma educativa que atienda estos conceptos no solo es fundamental para nuestra propia sobrevivencia; es también una deuda con nuestros jóvenes para darles una educación que les permita entender el mundo en el que se desenvuelven y ser actores y creadores de primera línea, y no simples consumidores pasivos de contenidos digitales.
La reforma debe incluir la educación y capacitación del 54% de nuestra población económicamente activa, que no cuenta con el bachillerato, tiene obligaciones familiares y ya perdió la oportunidad de estudios formales. Es especialmente necesaria en las regiones excluidas que demandan esperanza y oportunidades reales muy distintas de las que les ofrece el narcotráfico.
Como se puede apreciar, la reforma educativa no debe limitarse al Ministerio de Educación, sino también incorporar a las universidades y al Instituto Nacional de Aprendizaje. Debe existir una visión integradora de todas estas entidades, con evaluaciones regulares alrededor de nuestro proyecto para el siglo XXI.
Arnoldo Mora Vaglio es ingeniero y Miguel Sobrado, sociólogo.