La lucha contra la pobreza es un fiasco. Hace 25 años se empantanó: en promedio, el 20% de la población vive en pobreza y un 6% en pobreza extrema, a pesar de que Costa Rica es uno de los países de América Latina que, en forma creciente y consistente, más dinero invierte en combatirla.
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Traducir el estancamiento porcentual en el número de familias duele muchísimo, pues, aunque en términos relativos el porcentaje es el mismo, en absolutos, al sumar el aumento en la población, la cifra de hogares que sufren penurias aumenta más y más.
Así, en este momento, de los 1.666.000 hogares del país, 383.000 hacen milagros todos los días para alimentarse, vestirse, transportarse y, sobre todo, para superarse.
En este último punto está el meollo. Las políticas del Estado, a través de casi medio centenar de programas de ayuda social, se han enfocado, principalmente, en el asistencialismo, sin exigir prácticamente nada a cambio por subsidios; el dinero cae mes a mes para cubrir gastos, sin que ello implique un incentivo para salir del estado de miseria.
El modelo, está demostrado, es obsoleto. Los auxilios deben continuar; sin embargo, con una perspectiva que incentive a los beneficiarios a ejecutar cambios que conduzcan a la independencia.
Un pilar es la educación, ya que también está demostrado que el 85% de los hogares en pobreza son jefeados por hombres o mujeres que no completaron la secundaria, lo cual los condena al desempleo o labores informales mal remuneradas.
A un mes de las elecciones, el problema de la pobreza ha sido relegado por los candidatos presidenciales. Propuestas para perpetuar el asistencialismo sobran, pero reformas estructurales para combatir las causas de la pobreza faltan.
Incluso, la creación de una rectoría de los programas sociales ha sido ignorada, y esa falta de capitán causa una atomización en la lucha y estimula a cada nuevo gobierno a instaurar su propia fórmula, lo cual alborota la dispersión.
Por la estrechez de visión y de acción de la clase política, la pobreza se estanca porcentualmente y con el paso del tiempo se extiende a más hogares. Lamentablemente, pobres los pobres, porque su pobreza solo se maquilla en lugar de brindar soluciones realmente eficaces.
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