Dentro de tanta mala noticia, algunas buenas salen. Esta semana se anunció que Costa Rica avanzó nueve puestos en el ranquin de selecciones de fútbol de la FIFA y 21 puestos en el ranquin del Índice Global de Innovación, calculado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, el INSEAD y la Universidad de Cornell. Por pura casualidad, en ambos ránquines el país se ubica en el puesto 39 a nivel mundial. La diferencia es que en innovación ocupamos el primer lugar de Latinoamérica, mientras que en fútbol estamos apenas de terceros de la Concacaf.
Si bien es cierto que uno puede cuestionar la metodología de cálculo de este tipo de índices, al menos nos ayudan a ubicar al país en el contexto mundial. Si la Selección de Fútbol juega bien y empieza a ganar partidos claves, usualmente eso se refleja en el ranquin de la FIFA. En el caso del Indice de Innovación, su utilidad descansa en resaltar los puntos fuertes y débiles que tiene el país en cuanto a su capacidad de innovar.
Dicho índice destaca la libertad de prensa, la inversión en educación, la sostenibilidad ecológica y el grado de competencia, como aspectos favorables para la innovación. Estas son fortalezas que hemos desarrollado a través del tiempo. Somos el país verde, libre y educado de Centroamérica. Esa ha sido nuestra ventaja comparativa a nivel de la región. Con esas fortalezas, nos hemos atrevido a abrir nuestro comercio exterior en gran medida, llegando a ser competitivos de clase mundial en muchos campos.
El Índice también destaca los resultados que hemos obtenido en cuanto a la aplicación de las capacidades innovadoras. Hemos sido capaces de absorber el conocimiento de afuera, a través de la importación de alta tecnología. Hemos logrado insertarnos en el mundo del conocimiento, por medio de la exportación de productos de alta tecnología y la difusión del conocimiento hacia otras empresas locales.
Pero, como en todo, el análisis del Índice nos trae advertencias. A pesar del esfuerzo que se ha hecho en este Gobierno para mejorar la duración de los trámites, el Índice castiga al país por lo difícil que es empezar y hacer negocios aqui Aunque tenemos un alto nivel de inversión en educación, existe una deficiencia en el número de ingenieros y científicos que gradúan nuestras universidades. Eso afecta, a su vez, la calidad y cantidad de investigación y desarrollo que se puede hacer.
El Índice también advierte que la creación de conocimiento no es buena en el país. Parece ser que somos muy buenos atrayendo empresas extranjeras para que vengan a crear conocimiento, pero nos falta más para ser nosotros los creadores. Así como en fútbol ahora nos creemos los mejores del área, en innovación nos falta el convencimiento de que somos capaces de hacer más cosas nuevas solitos.