Columnistas

En busca de la decencia perdida

Cabe felicitar al OIJ por su discreta investigación. Queda en suspenso su eficiencia judicial.

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Es ingrata la faena de arriesgar palabras de cordura cuando se está en medio de la tormenta. Pasará mucho antes de ver las secuelas de la supuesta corrupción recién destapada, porque estaría incrustada en toda la gestión pública. Las metástasis de ese quiste canceroso llegan más lejos que lo que se infiere del último escándalo. Por eso, es de obligada reflexión la sucesión aún inacabada de allanamientos y capturas. No fue tanta la sorpresa que las más grandes empresas constructoras estén siendo investigadas por un aparente contubernio con responsables de la infraestructura pública. Lo sorprendente fue que los pillaran in fraganti y, todavía más insólito, que fuera una investigación del cuerpo policial, y no la prensa, la que empujó a escarbar en la pus.








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