Muy benevolente resultó Rodolfo Méndez Mata, ministro de Obras Públicas y Transportes, cuando afirmó que el proyecto para la ampliación de la ruta entre San José y Limón se había manejado con los pies.
Una interminable colección de trabas, pifias, ocurrencias y anomalías abre una enorme interrogante en cuanto a la calidad que tendrá esta obra, si algún día es entregada. Es como si Cantinflas, con sus enredos y disparates, hubiera metido mano en el proceso de contratación, diseño y construcción de esos 107 kilómetros de la ruta 32 («no hay derecho, joven», diría el comediante).
Una de esas cantinfladas salió a la luz el pasado 7 de agosto, cuando «La Nación» reveló que la nueva carretera estaba condenada a inundarse debido a la falta de estudios hidrológicos actualizados.
¿A quién se le ocurre desarrollar un millonario proyecto en una zona tan lluviosa sin tener un estudio elemental para diseñar cunetas, alcantarillas y drenajes? («ahí está el detalle»).
Pero hay otros detalles. El Lanamme advirtió de que la ampliación se está realizando con estudios de tráfico obsoletos, por lo que la vía podría quedar desfasada al poco tiempo de estrenada («¿Cómo dijo que dijo?»).
Aunque usted no lo crea, cuando para el diseño de la obra se contrató a la constructora china CHEC no se tomó en cuenta el aumento de tráfico de camiones que originaría la apertura del megapuerto de Moín, ni del corredor Chilamate-Vuelta de Kooper.
Otra curiosidad es que no podrán construirse los últimos tres kilómetros de la vía porque el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) anunció, a última hora, que efectuará trabajos en ese tramo. Entonces, el MOPT decidió terminarlo cuando acabe la construcción de un acueducto y un alcantarillado.
A todo lo anterior se suma el lento avance de obras causado por las demoras de CHEC, las inclemencias del tiempo, la reubicación de servicios y la expropiación de terrenos.
Recientemente, el ministro Méndez confirmó que se buscará un nuevo crédito para cubrir los estudios pendientes y los trabajos adicionales que se requieren. Eso implicaría que el plazo de entrega de la obra se retrase del 2022 al 2024.
Sin embargo, entre tantos embrollos, resulta inevitable dudar si se enderezará este proyecto. Como diría Cantinflas, «lo difícil se hace inmediatamente, pero lo imposible lleva un poco más de tiempo».