La música de Faith No More resulta atemporal: los años pasan y su obra no se marchita; la veteranía de los músicos no los abate, la fuerza de sus canciones no se extingue y la descarga de energía no se amilana.
Su primer concierto en Costa Rica, el martes 15 de setiembre , ocurrió mucho tiempo después de sus días de mayor presencia o principal impacto. La diferencia de ayer a hoy es que, en el medio, hubo un acentuado bache de inactividad (1998-2009), que fue significativo mas no dilapidario.
En su primer capítulo, la banda escribió una historia que caló profundo al dejar un importante legado; para el regreso, la oleada de fanáticos tenía una década de crecer con menor vigor.
Sin embargo al país no arribaron ni tarde ni a destiempo. El quinteto vino con un disco aún fresco – Sol Invictus (2015)– cargado de intensidad lírica y musical; un batacazo difícil de esquivar.
Su visita no fue la de una inorgánica pieza de museo, sino una muestra de historia viva.
Su aparición ocurrió sobre una escenografía angelical, que tuvo encima una dosis de música endiablada. Todo pasó con un fondo blanco, digno de velorio, pero con sonidos llenos de vida.
El concierto en Parque Viva tuvo un repertorio levemente alejado del que el grupo ha estado tocando en su gira actual, en el cual hubo muy pocos silencios. El material elegido para su actual viaje internacional hace un justo balance con material de antaño y los temas contenidos en su reciente lanzamiento.
Para beneficio del espectáculo, las pausas fueron escasas, casi excepcionales, y siempre resultaron contrastantes con la estridencia que ameritaba la cita.
Sus canciones son obras de “más y más”, de constante ascenso enérgico excepto, quizá, en temas como el amoroso cover Easy , en el que, súbitamente, Faith No More exhibió otra frontera sonora a la que puede llegar.
Lo de esta banda, más que rock alternativo, es un rock de alternativas.
Siempre, en cada una de sus múltiples facetas , hay fuerza, hay emoción, hay una descarga de energía que no conoce límites.
El versátil Mike Patton, como se pudo constatar en directo, posee una garganta-derrumba-muros con la capacidad de emitir alaridos eternos e inquebrantables. Es un líder nato que no busca robarse la atención, ni la puesta en escena pretende girar en torno a él. Es una estrella sin padecimientos de estrellitis o, al menos, no sobre tarima.
En un segundo plano, y quizá sin buscar protagonismo, la batería de Mike Bordin es determinante para las dinámicas de las composiciones y el sonido de la banda.
En importantes riffs pesados, en pasajes que podrían caer explícitamente en una categorización de metal , es la línea rítmica la que la aleja de eso, mientras el sobresaliente bajo de Billy Gould y la potente guitarra de Jon Hudson llevan metido el acelerador hasta el fondo.
El teclado de Roddy Bottum también ayuda a ofrecer importantes líneas armónicas que se alejan de la yunta de las cuerdas, surgiendo también con el sonido del piano, con introducciones y epílogos que alivianan momentos de cataclismo.
La calidad del sonido favoreció la apreciación de cada uno de los elementos presentes. Vale la pena destacar, además, que la banda nacional invitada, The Movement in Codes, gozó del mismo beneficio, lo cual permitió disfrutar de una justa presentación, en la cual se evidenció la calidad interpretativa del experimentado grupo.
Faith No More y su presencia envolvente, así como su repertorio versátil, cargado de himnos, deja claro que se sitúa en lo imprevisible y que, para una banda atemporal, nunca es tarde para una primera visita.
Artista: Faith No More
Artista nacional: The Movement in CodesLugar: Anfiteatro Coca Cola, Parque Viva. Fecha: Martes 15 de setiembreProductor: Move Concerts Costa Rica