No todo es lo que parece: Anoche, el escenario del Anfiteatro Coca-Cola, en el Parque Viva, en La Guácima, estaba decorado con estantes y sábanas blancas a lo largo y ancho, además de decenas de floreros que casi escondían los instrumentos. Cualquier no entendido hubiera entrado al recinto y pensado que se trataba de un bautizo o una ceremonia fúnebre; lo que fuera, dentro de una catedral.
Y sí era una catedral, pero no cualquier tipo de catedral: era la catedral del rock .
Ingresó al escenario el baterista Mike Bordin, también vestido de blanco de pies a cabeza. Le siguió el paso el tecladista Roddy Bottum, y con él llegaron el bajista Billy Gould y el guitarrista Jon Hudson. El blanco imperaba y lo seguiría haciendo, al menos sobre las tablas.
Como complemento, los músicos adornaron sus camisas con pañuelos típicos, en alusión a la celebración de independencia, cuya fecha coincidió con la visita.
A las 8:35 p. m., Bordin puso a sonar los primeros acordes de Motherfucker , y menos de un minuto después ya se dejaba ver Mike Patton, una de las voces más grandes y elásticas del rock . Junto a él, inmediatamente, gritaron unas 2.000 gargantas más –en un recinto ni a medio llenar– haciéndole segundas al coro que reza: “ Hello motherfucker, my lover, you saw it coming! “.
Si había escépticos en la casa ya no les sobraban los motivos para dudar de que un concierto de Faith No More iba a ser como abrir una manguera de rock y que ese rock iba a rociar a cualquiera en las cercanías, fueran un par o miles de personas. Tal vez con esa manguera del rock nos bautizaron a todos; quién sabe.
Tomaban notas los músicos también: así es como anhela soñar cualquier banda de rock. Los guardas de seguridad corrían a traer barandas nuevas para controlar a un público que, si bien reducido, hacía sentir a Faith No More como si estuviese cantando frente a una multitud.
Según datos de la productora Move Concerts, había 4.000 personas en el recinto.
Paseo. Con una carrera de más de tres décadas y una discografía que incluye siete álbumes, Faith No More puede darse el lujo de hacer un repertorio cualquiera y aún así recibir todos los vítores de la audiencia. No obstante, el cancionero de anoche fue muy similar al de la gira de promoción del disco Sol Invictus (2015), el primer disco de la banda desde 1997.
Si bien el grupo se había reunido desde el 2009, esta es la gira que se siente como de reunión, pues viene acompañada no solo de un disco, sino de un disco que a los fans les ha parecido provechoso en demasía. De ese material sonaron piezas como Black Friday , Separation Anxiety y Matador , entre otras.
Pero naturalmente, los momentos de mayor emoción vinieron con algunos de sus clásicos, como Epíc, Evidence, Midlife Crisis y Caffeine , entre otras. Al frente de la tarima, los fans armaron su modesto mosh , y en la parte de atrás de la sección frontal otros fans aprovechaban el espacio libre para correr mientras cantaban alguna de sus canciones favoritas.
Frases como "pura vida", "buenas noches" y "hola" sonaron, no en el idioma natal de los artistas, sino en español. Cada vez que podían, los fans respondían esa atención gritando el coro el nombre de la banda, todavía con secuelas de los minutos de rock que recién habían vivido y expectantes de los que faltaban.
Al cierre de esta edición de Viva, Faith No More tocaba Easy , su popular cover del clásico de The Commodores. Al final de la canción, Bottum le dijo al público: "Costa Rica, ustedes sí que cantan lindo", nuevamente en español. Se esperaba que el concierto culminara a las 10 p. m.
Temprano. La banda costarricense de rock alternativo The Movement in Codes fue la invitada por Move Concerts para calentar el ambiente antes de Faith No More. A las 7 p. m. en punto, el cuarteto ya empezaba a tocar encima de las tablas, no sin antes agradecer de forma muy diplomática a la productora.
El repertorio del grupo abarcó porciones de toda su discografía y contó con canciones como Strangle the Riddle, Ricochet y The End (Kamikaze) , con las que el público (que fue creciendo cada vez más) no despegó los ojos del escenario.
Los 45 minutos en acción le rindieron al cuarteto incluso para tocar Dirty Rainbows , canción que Marcos Monnerat (cantante y guitarrista de The Movement in Codes) compuso para el desaparecido grupo Nada.
Su puesta en escena fue tan potente, sólida y elocuente como ha estilado el grupo durante toda su historia, que ya descuenta más de una década en el ámbito de conciertos en Costa Rica.
Nuevamente en punto, a las 7:45 p. m., The Movement in Codes se despidió del público luego de una explosiva interpretación de Burning Tomorrow , parte de su disco debut.