Atenas. EFE, AP y AFP. Una Grecia muy dividida sobre si acepta o rechaza las condiciones de los acreedores para seguir auxiliando a su atribulada economía, cerró el viernes una breve pero intensa campaña antes de ir el domingo a un referendo.
Los partidarios del “sí” y los del “no” hicieron una demostración de fuerza en Atenas y para ello recurrieron a pancartas, consignas y convicción.
Casi 10 millones de ciudadanos están habilitados para participar en la consulta, que los partidarios del “sí” ven como un plebiscito sobre la permanencia del país en el euro.
En tanto, el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras, que pide el voto por el “no”, rechaza esa interpretación y considera el referendo como una oportunidad para reforzar su posición en las negociaciones con acreedores.
Tsipras llamó a la consulta, el fin de semana anterior, para preguntarles a los griegos si el país debe aceptar reformas que impliquen mayor austeridad (como alza en el impuesto al valor agregado y cambios en las pensiones) a cambio de recursos por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Central Europeo (BCE y Comisión Europea (CE), los acreedores del país.
La deuda asciende a 321.000 millones de euros ($388.000 millones) y representa el 176% del producto interno bruto (PIB).
Polarización. La clausura de la breve campaña puso en evidencia la polarización existente en Grecia respecto a cómo reaccionar frente a quienes cobran.
Las dos manifestaciones en Atenas reunieron a alrededor de 40.000 personas, en cantidad muy similares para cada bando.
Ambas concentraciones dejaron la sensación de que la población sabe de la importancia de la decisión que tomará el domingo.
En Syntagma, la icónica plaza frente al Parlamento, Alexis Tsipras pidió a sus compatriotas “escribir nuevamente la historia en el lugar donde nació la democracia” y decir “no”a “los ultimátums y al miedo”.
“Nuestros esfuerzos”, manifestó, “se centran en superar la crisis tan pronto como sea posible con una solución que preserve la dignidad y la soberanía de nuestro pueblo” .
Un mensaje que Yannis, un trabajador de 25 años, respaldó. “Si gana el ‘sí’, eso significa para mi generación que tendremos que irnos del país” porque habrá más austeridad y desempleo.
En términis similares se expresó Theodosia, de 50 años y desempleada. Declaró: “Nos jugamos el todo por el todo. No tenemos que nada que perder, porque ya lo hemos perdido todo: nuestros trabajos, nuestros salarios”.
Pero si para sus simpatizantes Tsipras es el hombre que puede sacarlos de cinco años de depresión económica, para sus detractores es un “emperador desnudo”, en palabras de María Papadopoulou, contable de 37 años.
“Grecia está en Europa desde siempre, y estamos en una región muy complicada a nivel geopolítico. No podemos aislarnos”, opinó Tenia, de 60 años, que al igual que la gran mayoría de simpatizantes del “sí” piensa que lo que está en juego es la pertenencia al euro y a la Unión Europea.
“Confío en que después de la victoria del ‘sí’, Europa no tendrá razones para retrasar un acuerdo” que permita garantizar la financiación del país los próximos años, dijo Stamatis, un empresario de unos 45 años.
Lucha pareja. Esa división se reflejaba en la intención de voto .
Un estudio publicado el viernes por el periódico To Ethnos mostró que los partidarios del “sí” tendrían una pequeña ventaja frente a sus rivales, aunque estaría dentro del margen de error. El sondeo arrojó además que una amplia mayoría de la población –el 74% – quiere que el país permanezca en el euro, frente al 15% que prefiere la vuelta al dracma
La encuesta hecha por ALCO registró que 41,5% votará “sí” y 40,2% “no” , con un 10,9% de indecisos. El resto dijo que se abstendría o votaría en blanco.
Al descontar los votos en blanco y las abstenciones, el “sí” lograría el 44,8% de los apoyos frente al 43,4% del “no” , con un 11,8% de indecisos.