La longevidad sin precedentes de Isabel II en el trono ha contribuido a la estabilidad del Reino Unido en un periodo de grandes cambios, pero también ha retrasado la llegada de sangre joven.
La longevidad sin precedentes de Isabel II en el trono ha contribuido a la estabilidad del Reino Unido en un periodo de grandes cambios, pero también ha retrasado la llegada de sangre joven.