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La riqueza de los ejemplos de los que Poe se sirve –que no se limitan al cine y el psicoanálisis, sino que incluyen la literatura, la música popular y la tradición pictórica europea (e incluso asiática)–, las sugerentes discusiones de las que participa (el placer, la ley, el duelo, la autoficción), así como la buena prosa de Poe, redondean un libro cuya lectura es tan amena como estimulante.