Aunque, probablemente, millones de personas la dan por cierta, la historia de Noé es tan inverosímil que exige una credulidad solo superada por la fe que ella misma le atribuye al constructor del arca, no por su convicción de que recibía instrucciones directas de Dios, sino por la esperanza que debió de tener de que sus contemporáneos lo tomaran en serio.
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Un arca de gran tamaño navegó por la explanada del Museo de Arte Costarricense la noche del jueves en la inauguración del Festival Internacional de las Artes (FIA).