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Desde la primavera árabe, Túnez es el único país de medio oriente que permanece en la línea de los países democráticos. No obstante, a ocho años de las revueltas, la tímida democracia tunecina parece estar en peligro.


La ironía es que la “calle” árabe ha sido, desde hace mucho tiempo, uno de los escenarios donde se desarrolla el progreso feminista.


La juventud árabe tiene más acceso que nunca a la información del mundo exterior y abraza valores comunes con otros jóvenes, más que los de la generación de sus padres. Hay que alentar a los reformistas de la sociedad civil árabe a que hablen ahora.