El pastel presupuestario del Centro de Patrimonio para el 2016 es tan pequeño que al rubro de restauraciones le corresponde una tajada delgadísima.
Ese programa del Ministerio de Cultura y Juventud aspira a un presupuesto total aproximado de ¢2.192 millones para el 2016, frente a los ¢ 2.536 millones que se le giraron en el 2015.
Esto significa que de aprobarse ese monto, el Centro sufriría una reducción del 13,6%.
Pero de esos ¢2.192 millones, solo se tienen disponibles ¢795 millones para obras de restauración y rehabilitación de edificaciones declaradas patrimonio histórico arquitectónico.
Con ese dinero, solo es posible invertir en cinco edificios en todo el país, según confirmó a La Nación el director del Centro de Patrimonio, William Monge.
En Costa Rica existen 380 edificaciones con declaratoria patrimonial que presentan distintos niveles de deterioro.
Esto quiere decir que con esos ¢795 millones solo se podrían realizar intervenciones en el 1,3% de dichos inmuebles.
El jerarca –quien asumió su cargo en julio pasado– declaró que si bien se enfrenta a un escenario crítico, es una oportunidad para realizar cambios.
“Esa reducción me permite replantear cosas y enmendar algunos procesos que debían modificarse”, declaró Monge quien es arquitecto y restaurador.
Los elegidos. El proyecto que recibirá la mayor cantidad de recursos para el 2016 es el complejo arquitectónico que albergó al Sanatorio Durán, en Potrero Cerrado de Oreamuno, Cartago. Este conjunto de edificios –declarado patrimonio en noviembre del 2014– tendrá una inyección de ¢270 millones.
Según explicó Monge, de ese monto, ¢120 millones corresponden al premio del certamen anual Salvemos nuestro patrimonio histórico arquitectónico , que este año favoreció a un proyecto para rehabilitar el sector donde funcionaron la cocina y el comedor del hospital. El plan ganador fue diseñado por el estudio Cotera & Chavarría, y pretende recuperar ese espacio para instalar una cafetería.
Los otros ¢150 millones restantes serán destinados por el Centro en una intervención de emergencia para evitar el colapso de los edificios.
“Se van a realizar obras en los techos para controlar el problema de las filtraciones de agua, que son el mayor enemigo. Se van a construir canoas y bajantes y a restaurar todos los desagües pluviales que están saturados. Todo eso ha generado humedad, empozamientos que deterioran el edificio”, declaró Monge.
Otro de los rubros más grandes –de ¢150 millones– corresponde a la segunda etapa de restauración del templo colonial en San Blas de Nicoya.
Este edificio sufrió severos daños en su estructura, así como agrietamientos tras el terremoto ocurrido en setiembre del 2012. La primera etapa actualmente está en ejecución y comprende las paredes laterales.
En la segunda fase se restaurará la espadaña, parte frontal de la iglesia donde se ubican las campanas. Ambas intervenciones contemplan el reforzamiento estructural.
El propio edificio que alberga el Centro de Patrimonio, en avenida central, recibirá un “empujón” de ¢120 millones para el mejoramiento del sistema mecánico. “El problema con este edificio es que se mantuvo el sistema antiguo de bajantes y captación de aguas pluviales, el cual no tiene la capacidad suficiente”, dijo.
Otro de los proyectos urgentes es la instalación de un nuevo sistema eléctrico en la guardería del Hospicio de Huérfanos, en San José. Debido a las deplorables condiciones y al peligro que representaba para los niños, el Ministerio de Salud ordenó el cierre de este inmueble.
“Al realizar una visita al lugar, me di cuenta de que no se trata solo de reemplazar el sistema eléctrico sino que el edificio presenta muy mal estado de preservación. En este caso, se necesita un plan integral de restauración y gestionar los recursos de alguna forma”, advirtió el director.
Inicialmente, se invertirán ¢100 millones en ese inmueble construido en la década de los 80 del siglo XIX.
El Centro de Patrimonio también planea destinar ¢60 millones para el templo de la comunidad de Toledo, en Guaitil de Acosta.
De acuerdo con Monge, se trata de una iglesia pequeña de arquitectura vernácula, pero de gran valor simbólico para los habitantes de esa localidad. “Nos interesa apoyar proyectos para comunidades que no cuentan con recursos para restaurar sus iglesias, como en este caso”.
Monge lamentó no contar con recursos para proyectos de patrimonio inmaterial.
El 25 de noviembre del 2005, la tradición del boyeo y la carreta de Costa Rica fue incluida en la lista de patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, elaborada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Durante la tercera reunión de Ministros de Cultura de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que realizó en Cuba, uno de los puntos que se trató fue que los países hacen un gran esfuerzo para lograr la declaratoria, pero después se desentienden de los planes salvaguarda.Con el recorte este rubro quedaría en cero”, dijo.