Mientras la economía sigue estancada, en el este de Kentucky brotan las cosas.
Se hacen huertos en las verdes colinas, con una fuerza más completa de lo que la gente había visto en años. Las personas los llaman parcelas robustas en tiempos de incertidumbre.
“Ves mucha más gente levantando tierra”, dijo Wanda Hamilton, de 61 años, horticultora toda su vida, que vende sus vegetales excedentes en el mercado de agricultores, en West Liberty, una pequeña ciudad al pie de los Apalaches. “Es la economía. Simplemente, ya no puedes darte el lujo de comprar en la tienda”.
No solo sucede en el este de Kentucky. La horticultura ha aumentado en todo Estados Unidos, según Bruce Butterfield, el director de investigación de la Asociación Nacional de Horticultura, motivada por los precios de los alimentos al alza y un creciente contingente de consumidores conscientes de la salud. Los horticultores minoristas informaron de un incremento en las ventas en los dos últimos años, dijo, y muchos huertos comunitarios tienen listas de espera.
“Se han disparado nuestras ventas”, comentó George Ball, director ejecutivo de Burpee, uno de los minoristas de semillas de vegetales más grandes del país. Sin embargo, en el campo estadounidense, los consumidores optan por alimentos “producidos localmente” –en sus propios huertos y de agricultores vecinos – en gran medida porque es más barato.
Rebecca Frazier, una maestra en esta ciudad, dijo que redujo a la mitad su gasto en comida al producir y conservar sus propios alimentos, y comprar al mayoreo a agricultores locales. “Obtengo el doble de alimentos por muchísimo menos dinero”, dijo.
Mejores precios. Timothy Woods, catedrático de Economía Agrícola en la Universidad de Kentucky, quien ha estudiado la evolución de los mercados de agricultores en el estado, dijo que más habitantes rurales venden el excedente de sus huertos para tener un ingreso extra, patrón que ayudó a duplicar la cantidad de mercados en el este de Kentucky, desde 2004.
Esos mercados están dirigidos a personas que quieren comprar al mayoreo al menor precio posible, para poder encurtir, enlatar, deshidratar y congelar, dijo Woods, a diferencia de los mercados urbanos, cuyos clientes pagan el doble de los precios rurales y típicamente comen de inmediato lo que compran.
“No ves productos orgánicos certificados ni mercadotecnia elegante”, notó sobre los mercados rurales. “Es un mundo diferente”.
Hamilton empezó a vender hace unos 10 años, cuando su huerto producía más de lo que ella podía manejar. Sabe que podría cobrar más, pero no lo hace porque sus clientes “batallan igual que yo”. Casi dos tercios de sus ventas corresponden a habitantes ancianos que usan cupones para alimentos.
Otra motivación para los huertos más grandes: la incertidumbre financiera que llega con el retiro.
Brenda Engle, de 56 años, una empleada de una fábrica de ropa, y su esposo Leon, de 64 años, un exempleado de una compañía de telecomunicaciones que trabaja en Walmart, tratan de reducir su presupuesto al tamaño de su futuro cheque de retiro.
Cultivaron frijoles para un año, y Engle empezó a hacer su propio detergente para ropa. “Queremos ser autosuficientes”, dijo. Su huerto también es terapéutico.
“Cuando estoy en el huerto –señaló– desaparece el mundo”.
Por la salud. Sarah G. Fannin, una educadora en agricultura que trabaja en el Servicio de Extensión Cooperativa de la Universidad de Kentucky, para llevar la investigación a la gente del condado, dijo que se duplicaron las llamadas para solicitar asistencia en horticultura en los últimos tres años, muchas de jóvenes. Las clases de horticultura se han llenado, dijo, al igual que una sobre envasado.
Se ha duplicado la venta de semillas de vegetales en J.A. Oldfield & Son, una tienda rural de la zona, en las temporadas recientes.
Todo ello se debe –al menos en opinión de la maestra Frazier – a que la salud se ha convertido en un problema mayor para más personas aquí, en parte por los altos costos de atención médica. Dijo que plantó su huerto en el 2008, después de que su hija enfermó.
Y en el este de Kentucky hay un interés entusiasta por la cocina. Woods dijo que es más factible que los habitantes vean programas de televisión sobre alimentos que los más acaudalados de la parte occidental del estado.
La horticultura no necesariamente conlleva una mejor salud. Sin embargo, Bridget C. Booske, científica del Instituto de Salud Poblacional de la Universidad de Wisconsin, dijo que el condado Morgan, donde está West Liberty, parecía estar mejor que sus vecinos.
La gente del condado vive más, y son menos los bebés que nacen con peso bajo, señaló, y citó la County Health Rankings, una clasificación de condados estadounidenses, publicada este verano, que ayudó a compilar. Una mejor atención de los traumas en el condado contribuiría, pero no explicaría totalmente los mejores índices, notó.
No obstante, los índices de obesidad y diabetes siguen siendo elevados, y una mejoría significativa en la salud será posible solo cuando aminoren el desempleo y la pobreza, explicaron lugareños.
Fannin dijo que las hortalizas podrían ser parte del futuro económico de esta zona. Ha exhortado a los agricultores a empezar a cultivar camotes, una cosecha resistente, en boga en las cocinas urbanas.
Robert Bradley, un minero del carbón convertido en agricultor, dijo que se rieron de él cuando los plantó primero, pero su cosecha resultó tan bien que otros lo intentaron. No obstante, su póliza de seguro fundamental es su propio huerto. “Cuando voy a mi despensa y saco mis propios ejotes y papas, sé que no padeceré hambre”, señaló.